El Papa Francisco llama a confiar en Dios, que nos guía en el camino de la vocación: “Es un don precioso que está animado por la esperanza”
En el mensaje por la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Pontífice ha animado a los jóvenes a no temer el futuro

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“La vocación es un don precioso que Dios siembra en los corazones, una llamada a salir de sí mismo para emprender un camino de amor y de servicio”, así es como empezaba el Papa Francisco el mensaje por la 62ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
El Santo Padre, que ya ha cumplido un mes ingresado en el Hospital Gemelli de Roma, en el mensaje titulado 'Peregrinos de la Esperanza: El Don de la Vida' destacaba que “toda vocación en la Iglesia es un signo de la esperanza que Dios tiene para el mundo y para cada uno de sus hijos”.
“En nuestros tiempos, muchos jóvenes se sienten perdidos ante el futuro”, señalaba Francisco, del que ha dicho que viene acompañado de “una crisis de identidad, de sentido y de valores”. Por eso apelaba a mirar a los jóvenes santos y beatos “que respondieron con alegría al llamado del Señor”, como son Santa Rosa de Lima, Santo Domingo Savio, Santa Teresa del Niño Jesús, San Gabriel de los Dolores o San Carlo Acutis.
DIOS GUÍA LAS VOCACIONES
En la carta, el Pontífice explicaba que “toda vocación hace brotar la respuesta como impulso interior de amor y de servicio y no como búsqueda de autoafirmación”, y que, además, “Toda vocación está animada por la esperanza, que se traduce en confianza en la Providencia”. “La esperanza es más bien una certeza radicada en la fe en Dios, que actúa en la historia de cada persona”, apuntaba.
Francisco señalaba que “el Señor no nos abandona en la incertidumbre, sino que quiere suscitar en cada uno la conciencia de sentirse amado, llamado y enviado como peregrino de la esperanza”. “La esperanza en Dios no defrauda, porque Él guía cada paso de quienes confían en Él”, añadía.
El Papa apelaba a que debemos tener el coraje de detenernos, escuchar en nuestro interior y preguntarle a Dios qué sueña para nosotros. “No nos cansemos, por tanto, de pedir al Señor nuevos obreros para su mies, seguros de que Él sigue llamando con amor”, concluía.