El Papa arremete en Irak contra la "proliferación de armas" y las "turbas maniobras" del dinero
El segundo día del Santo Padre en Irak ha empezado con el encuentro interreligioso con lideres de otras confesiones en la llanura de Ur de los Caldeos
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El Papa ha arremetido en Irak contra la "proliferación de armas" y las "turbias maniobras" del dinero al tiempo que ha pedido a los fieles de todas las religiones "transformar" el odio en "instrumentos de paz".
"Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión. Y nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión", ha exclamado Francisco en su tercer discurso en el país.
El encuentro interreligioso con líderes de otras confesiones
Durante su segundo día en Iraq, el Pontífice ha tenido un encuentro interreligioso con líderes de otras confesiones religiosas en Ur de los Caldeos, el hogar primero de Abraham, una de las ciudades más antiguas e importantes habitada entre el 2025 y el 1735 a.C. “Este lugar bendito – ha dicho el Papa Francisco – nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones”.
“Aquí – ha continuado – donde vivió nuestro padre Abrahán, nos parece que volvemos a casa. Él escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia” y nosotros – ha dicho – “somos el fruto de esa llamada y de ese viaje”.
"Miramos al cielo y caminamos en la tierra"
Francisco ha señalado que Dios le pidió a Abrahán que mirara el cielo y contara las estrellas y “hoy nosotros, judíos, cristianos y musulmanes, junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al padre Abrahán del mismo modo que él: miramos al cielo y caminamos en la tierra”.
El Papa, que ha dedicado al diálogo interreligioso su segunda jornada en Irak, ha dejado claro que la "ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano".
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"Dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta"
Y ante líderes de varias confesiones ha señalado: "Nos toca a nosotros exhortar con fuerza a los responsables de las naciones para que la creciente proliferación de armas ceda el paso a la distribución de alimentos para todos. Nos corresponde a nosotros acallar los reproches mutuos para dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta; demasiados carecen de pan, medicinas, educación, derechos y dignidad".
También ha pedido que se respete la libertad religiosa. Para el Papa, es claro que el papel de las religiones pasa por que "salgan a la luz las turbias maniobras que giran alrededor del dinero y pedir con fuerza que este no sirva siempre y sólo para alimentar las ambiciones sin freno de unos pocos".
Antes de su alocución, el Papa ha escuchado algunos testimonios de personas que han encarnado la fraternidad entre religiones. Por ejemplo, la historia de Dawood y Hasan, un cristiano y un musulmán que, sin dejarse desalentar por las diferencias, estudiaron y trabajaron juntos. "¡Cuántas personas aquí, en el silencio y la indiferencia del mundo, han emprendido caminos de fraternidad!", ha manifestado. El Pontífice ha instado a todos los jóvenes del país a descubrirse hermanos, tal y como predica en su tercera encíclica 'Fratelli Tutti' y hacer por la reconstrucción "algo bueno y concreto".
"Este es el camino, sobre todo para los jóvenes, que no pueden ver sus sueños destruidos por los conflictos del pasado. Es urgente educarlos en la fraternidad, educarlos para que miren a las estrellas. Es una auténtica emergencia; será la vacuna más eficaz para un futuro de paz", ha señalado.
Por otro lado, también se ha hecho cargo de "los sufrimientos indescriptibles de la guerra", que ha obligado a muchos a abandonar casa y patria en busca de un futuro para sus hijos.
Si bien, ha elogiado "la voluntad firme" de los que deciden permanecer en la tierra de sus padres, también ha pedido que quienes no lo lograron y tuvieron que huir "encuentren una acogida benévola, digna de personas vulnerables y heridas".
Por eso, ha reivindicado que la vida humana "vale por lo que es y no por lo que tiene, y que la vida de los niños por nacer, ancianos, migrantes, hombres y mujeres de todo color y nacionalidad siempre son sagradas y cuentan como las de todos los demás". Para el Papa, el sueño de Dios es que la familia humana "sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos" y "camine en paz".