El Papa llama a los sacerdotes a que sean alegres como Don Bosco
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Con motivo de la celebración de San Juan Bosco, el Papa Francisco ha destacado la figura de este santo en la homilía de la Misa matutina en Casa Santa Marta.
El Pontífice se ha referido así a los sacerdotes: "que los sacerdotes sean alegres y miren con ojos de hombre y con los ojos de Dios, como hizo San Juan Bosco".
Francisco ha recordado que el día de la ordenación de San Juan Bosco, la madre, una humilde campesina, "que no había estudiado en la facultad de teología", le dijo: "Hoy comenzarás a sufrir". Quería subrayar una realidad, pero también llamar la atención, porque si el hijo se hubiera dado cuenta de que no había sufrimiento, significaba que algo no estaba bien. "Es una profecía de una madre", una mujer sencilla con un corazón lleno de espíritu. Para un sacerdote, por tanto, el sufrimiento es un signo de que las cosas están bien, pero no para que “haga el faquir", sino por lo que hizo Don Bosco, que tuvo el valor de mirar la realidad con los ojos de un hombre y con los ojos de Dios. "Él -dice el Papa Francisco- vio en esa época masónica, anticlerical", de "una aristocracia cerrada, donde los pobres eran realmente los pobres, la brecha, vio a esos jóvenes en las calles y dijo: ‘No puede ser’.
El Papa ha subrayado que los sacerdotes no deben ser funcionarios o empleados que reciben, por ejemplo, “de las 15 a las 17.30”: “tenemos tantos funcionarios, buenos – prosigue – que hacen su trabajo, como lo deben hacer los funcionarios. Pero el sacerdote no es un funcionario, no puede serlo”. Por tanto, el Papa exhorta a mirar con ojos de hombre y – promete – “llegará a ti aquel sentimiento, aquella sabiduría de entender que son tus hijos, tus hermanos. Y además, tener el valor de ir a luchar, allí: el sacerdote es uno que lucha con Dios”.
Además, el Pontífice ha recalcado que el sacerdote debe tener "estas dos polaridades": "mirar la realidad con los ojos de hombre" y con "los ojos de Dios".
El Papa ha agradecido a Dios por “habernos dado” a San Juan Bosco. Un santo que desde niño comenzó a trabajar, sabía lo que era ganarse el pan cada día y había entendido qué era la piedad, “cuál era la verdadera verdad”.