La petición del Papa Francisco desde Córcega: "Es necesaria una laicidad saludable, sin prejuicios ni oposiciones"
El Santo Padre participó en la clausura del Congreso sobre “La religiosidad popular en el Mediterráneo” y animó "a los jóvenes a involucrarse más en la vida pública y a los líderes religiosos y políticos a estar cerca de la gente"
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El Papa Francisco pidió este domingo desde la isla francesa de Córcega "laicidad saludable" sin prejuicios ni oposiciones para que se pueda instaurar "un dialogo franco y fructífero", durante su discurso en el congreso "La religiosidad popular en el Mediterráneo" en Ajaccio, donde llegó para pasar apenas 9 horas.
“Espero que este Congreso sobre la piedad popular los ayude a redescubrir las raíces de su fe y los impulse a un compromiso renovado en la Iglesia y en la sociedad civil, al servicio del Evangelio y del bien común de todos los ciudadanos”, con estas palabras el Papa Francisco alentó a los participantes en el Congreso , reunidos este 15 de diciembre, en el Palacio de Congresos de Ajaccio, en el marco de su visita apostólica a Córcega.
Durante la sesión de clausura, el Santo Padre subrayó la importancia de la piedad popular en las regiones del Mediterráneo, un área históricamente rica en civilizaciones, cultura y religión. “Recordamos, en particular, la grecorromana y la judeocristiana, que atestiguan la relevancia cultural, religiosa e histórica de este gran ‘lago’ en medio de tres continentes, de este mar único en el mundo que es el Mediterráneo”.
Influencia de las tradiciones religiosas
Asimismo, el Pontífice destacó cómo estas tradiciones religiosas siguen influyendo en la vida de los pueblos, incluso hoy, a pesar de la creciente indiferencia hacia la fe en Europa. “Tampoco el hecho de que el pensamiento filosófico y las artes, junto con las técnicas de navegación, permitieron a las civilizaciones del Mare Nostrum desarrollar una cultura elevada, abrir vías de comunicación, construir infraestructura y acueductos y, más aún, sistemas jurídicos e instituciones de notable complejidad cuyos principios básicos siguen siendo válidos y actuales”.
En este sentido, el Papa Francisco recordó que, entre el Mediterráneo y el Oriente Medio se originó una experiencia religiosa muy particular, vinculada al Dios de Israel, que se reveló a la humanidad e inició un incesante diálogo con su pueblo, que culminó en la singular presencia de Jesús, el Hijo de Dios y ya han pasado más de dos mil años desde la Encarnación del Hijo de Dios y muchas han sido las épocas y las culturas que se han sucedido.
“En algunos momentos de la historia la fe cristiana ha dado forma a la vida de los pueblos y de sus instituciones políticas, mientras hoy, especialmente en los países europeos, la pregunta sobre Dios parece desvanecerse, encontrándonos cada vez más indiferentes respecto a su presencia y su Palabra. Sin embargo, debemos ser cautos al analizar esta situación, para no dejarnos llevar por consideraciones precipitadas o juicios ideológicos que, a veces todavía hoy, contraponen cultura cristiana y cultura laica”.
La piedad popular: un vehículo para transmitir la fe
El Santo Padre señaló que, aunque la fe cristiana ha experimentado momentos de declive, la piedad popular sigue siendo un vehículo crucial para transmitir la fe.
“Es en este marco donde podemos apreciar la belleza y la importancia de la piedad popular que, por una parte, nos remite a la Encarnación como fundamento de la fe cristiana, que se manifiesta siempre en la cultura, la historia y los lenguajes de un pueblo, y se transmite por medio de los símbolos, las costumbres, los ritos y las tradiciones de una comunidad viva”.
Los rieSgos que afectan a la piedad popular
El Pontífice advirtió sobre el riesgo de que la piedad popular se convierta en una mera manifestación externa o folclórica, sin llevar a un encuentro genuino con Cristo. El Pontífice también subrayó que la fe no debe verse como algo privado, sino que debe involucrar un compromiso hacia el bien común, como lo demuestra el trabajo de los cristianos a lo largo de la historia en áreas como la caridad, la educación y la salud.
“La fe no es un hecho privado, que se consuma en el santuario de la conciencia, sino que implica un compromiso y un testimonio hacia todos, para el crecimiento humano, el progreso social y el cuidado de la creación, como signo de la caridad”.
La piedad popular puede fomentar una "ciudadanía constructiva"
Ante esto, el Papa Francisco dijo que la piedad popular puede ayudar en el crecimiento de la fe. La piedad popular, como las procesiones y el rezo comunitario, puede fomentar una "ciudadanía constructiva", favoreciendo la cooperación entre la Iglesia y las instituciones civiles y políticas para el bienestar de la sociedad.
“En el terreno común de esta audacia en hacer el bien, los creyentes pueden encontrarse en un camino compartido también con las instituciones seculares, civiles y políticas, para trabajar juntos en favor de toda persona, empezando por los más desfavorecidos, para un crecimiento humano integral y la custodia de esta isla de la belleza”.
"Es necesario una laicidad saludable"
Por último, el Santo Padre enfatizó la necesidad de una "laicidad saludable", que promueva el diálogo y la colaboración entre lo religioso y lo civil, respetando las competencias de cada uno. Por ello, el Papa animó a los jóvenes a "participar aún más activamente en la vida socio-cultural y política, con el impulso de los ideales más sanos y la pasión por el bien común", y añade “ustedes llevan mucho tiempo trabajando sobre este tema y son un ejemplo virtuoso en Europa. ¡Sigan adelante!"
Asimismo, exhorto a los pastores y a los fieles, a los políticos y a quienes tienen responsabilidades públicas "a permanecer siempre cercanos al pueblo, escuchando sus necesidades, comprendiendo sus sufrimientos e interpretando sus esperanzas, porque toda autoridad sólo crece en la proximidad".
"Un concepto de laicidad que no sea estático y rígido, sino evolutivo dinámico, capaz de adaptarse a situaciones diversas o inesperadas y de promover la colaboración constante entre las autoridades civiles y eclesiásticas" aunque "permaneciendo cada uno dentro de los limites de sus propias competencias y espacio" apuntaba.
Citó a Benedicto XVI que aseguraba que "una sana laicidad significa liberar la religión del peso de la política y enriquecer la política con las aportaciones de la religión, manteniendo la distancia necesaria, la clara distinción y la colaboración indispensable entre las dos".
Para Francisco, "dicha sana laicidad garantiza que la política actúe sin instrumentalizar a la religión, y que se pueda vivir libremente la religión sin el peso de políticas dictadas por intereses, a veces poco conformes, y con frecuencia hasta contrarios a las creencias religiosas". Y de esta "manera se podrán aprovechar más las energías y sinergias, sin prejuicios y sin oposiciones de principio, en un diálogo abierto, franco y fructífero"
Aseguro que "la piedad popular, muy arraigada aquí en Córcega, pone de relieve los valores de la fe y, al mismo tiempo, manifiesta el rostro, la historia y la cultura de los pueblos".
"Redescubrir las raíces de su fe"
Finalmente, el Papa Francisco alentó a los participantes del Congreso a "redescubrir las raíces de su fe y a renovar su compromiso con el Evangelio y el bien común", destacando el papel crucial de la piedad popular en la vida de la Iglesia y de la sociedad. El Papa encomendó a los participantes en este Congreso a la protección materna de la Virgen María, Madre de la Iglesia, para que los asista en su camino.
Tras una pausa en el palacio episcopal, Francisco se desplazará en un carrito de golf entre la multitud hasta la Plaza de Austerlitz para llevar a cabo la Santa Misa, en el gran parque llamado "U Casone", en recuerdo a un antiguo edificio, lugar donde, según la tradición, Napoleón iba a jugar cuando era niño, para celebrar una misa en la que se esperan 7.000 fieles.
Sobre las 17:30 horas tendrá un encuentro con el presidente de la República, Emmanuel Macron, en el aeropuerto internacional de Ajaccio. Y después, sobre las 18.00 horas, se llevará a cabo la ceremonia de despedida.
Tras la misa y después de nueve horas en la isla, regresará a Roma a las 18.15 horas con un aterrizaje previsto para las 19.05. Una vez llegue el Papa Francisco, convocará una rueda de prensa hacia las 20.10 horas.