¿Qué dice la declaración sobre ética en la Inteligencia Artificial firmada hoy por las religiones monoteístas?
El documento «Rome Call for AI Ethics» data de febrero de 2020 y propone seis principios básicos sobre los que sustentar la «algor-ética», el uso ético de los algoritmos
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«Hace unos años me vino a ver el sucesor de Bill Gates en Microsoft, donde trabajan 50.000 ingenieros, y me dijo: “Podemos hacer cosas extraordinarias, pero también terribles”. Después me pidió “acompañamiento moral”. “¿Está usted dispuesto a acompañarnos en este camino?”». Así explicaba en 2020 el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, arzobispo Vincenzo Paglia, el origen del documento «Rome Call for AI Ethics» («Llamamiento de Roma por la ética de la Inteligencia Artificial») presentado el 28 de febrero de ese año. Hoy representantes de las otras dos religiones monoteístas, judaísmo e islam, se han adherido a su contenido en un acto celebrado en el Vaticano.
La tecnología actual permite actualmente, en efecto, hacer cosas impensables hace unos años gracias a la Inteligencia Artificial (IA). Por ejemplo, en el campo del reconocimiento facial, donde al mismo tiempo se abren perspectivas inquietantes respecto a la privacidad y usurpación de identidad. Las máquinas programadas con inteligencia artificial toman también desde hace tiempo decisiones bursátiles que afectan a la economía.
Pero, ¿qué dice exactamente la Declaración de Roma? ¿Qué propugna este documento sobre unas tecnologías que van a cambiar —de hecho ya lo están haciendo— el mundo tal y como lo conocemos?
«Rome Call for AI Ethics» afirma que las nuevas tecnologías deben investigarse y producirse de acuerdo con criterios que garanticen que están realmente al servicio de toda la familia humana. En otras palabras, que deben asegurar que con ellas nadie queda excluido y que los algoritmos no discriminan a las personas «debido a su raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición», como establece el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia y deben comportarse fraternalmente los unos con los otros (cf. Art. 1, Decl. Univ. Derechos Humanos). Esta condición fundamental de libertad y dignidad también debe protegerse y garantizarse a la hora de producir y utilizar sistemas de IA», recuerda la Declaración.
Principios de la algor-ética
El documento promueve una «algor-ética», es decir, el uso ético de la Inteligencia Artificial (IA) basada en los siguientes principios:
1. Transparencia: en principio, los sistemas de IA deben poder explicarse.
2. Inclusión: deben tenerse en cuenta las necesidades de todos los seres humanos, de modo que todos puedan beneficiarse y que todos los individuos puedan beneficiarse de las mejores condiciones posibles para expresarse y desarrollarse.
3. Responsabilidad: quienes diseñan y utilizan la IA deben actuar con responsabilidad y transparencia.
4. Imparcialidad: no crear ni actuar según prejuicios, salvaguardando así la equidad y la dignidad humana.
5. Fiabilidad: Los sistemas de IA deben poder funcionar de forma fiable;
6. Seguridad y privacidad: Los sistemas de IA deben funcionar de forma segura y respetar la privacidad de los usuarios.
Normas que protejan los derechos humanos
La Inteligencia Artificial, se pide también, debe contar con «normas y principios que protejan a las personas —en particular a los débiles y desfavorecidos— y a los entornos naturales. Por ello, requieren de normas que protejan los derechos humanos en esta era digital.
«(…) Debemos pensar en hacer comprensibles no sólo los criterios de toma de decisiones de los agentes algorítmicos basados en la IA, sino también su propósito y objetivos. Estos dispositivos deben ser capaces de ofrecer a los individuos información sobre la lógica que subyace a los algoritmos utilizados para tomar decisiones», dice el documento.
Educación
La Declaración de Roma, por último, insiste asimismo en el tema de la educación, respaldado el uso de la Inteligencia Artificial para conseguir que todos tengan las mismas oportunidades y «que nadie se quede atrás». «A la hora de diseñar y planificar la sociedad del mañana, el uso de la IA debe seguir formas de actuación orientadas a la sociedad, creativas, conectivas, productivas, responsables y capaces de tener un impacto positivo en la vida personal y social de las generaciones más jóvenes», se afirma al respecto.