Más protagonismo de los fieles y escuchar a las minorías: así es el Documento Preparatorio del próximo Sínodo

La Secretaría General difunde el texto base y el Vademécum para orientar el camino del Sínodo dedicado a la sinodalidad, que se abrirá el 9 y 10 de octubre en Roma

La Santa Sede desvela el Documento Preparatorio con detalles del próximo Sínodo de los Obispos

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La Santa Sede difundió este martes 7 de septiembre el Documento Preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, acompañado de un Vademecum en el que se detalla la estructura del Sínodo, sus fases y su metodología.

El Sínodo, que tendrá por título “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, dará comienzo el 9 y 10 de octubre de 2021 en Roma y el 17 de octubre en cada Iglesia particular. El proceso concluirá en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en octubre de 2023. En definitiva, se trata de un Sínodo sobre la sinodalidad.

La pregunta esencial a la que tratará de responder el Sínodo de los Obispos es la siguiente: “¿Cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal) ese ‘caminar juntos’ que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo a la misión que le fue confiada; y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal?”.

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Los objetivos del Sínodo

Los objetivos del Sínodo, según el Documento Preparatorio, son, en primer lugar, “hacer memoria sobre cómo el Espíritu ha guiado el camino de la Iglesia en la historia y nos llama hoy a ser juntos testigos del amor de Dios”. A continuación, “vivir un proceso eclesial participado e inclusivo, que ofrezca a cada uno – en particular a cuantos por diversas razones se encuentran en situaciones marginales – la oportunidad de expresarse y de ser escuchados para contribuir en la construcción del Pueblo de Dios”.

En tercer lugar, “reconocer y apreciar la riqueza y la variedad de los dones y de los carismas que el Espíritu distribuye libremente, para el bien de la comunidad y en favor de toda la familia humana”. Un cuarto objetivo es “experimentar modos participados de ejercitar la responsabilidad en el anuncio del Evangelio y en el compromiso por construir un mundo más hermoso y más habitable”.

El quinto objetivo es “examinar cómo se viven en la Iglesia la responsabilidad y el poder, y las estructuras con las que se gestionan, haciendo emerger y tratando de convertir los prejuicios y las prácticas desordenadas que no están radicadas en el Evangelio”.

El sexto objetivo citado por el Documento Preparatorio es “sostener la comunidad cristiana come sujeto creíble y socio fiable en caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación, reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad y de la amistad social”.

Regenerar las relaciones entre los miembros de las comunidades cristianas, así como también entre las comunidades y los otros grupos sociales, por ejemplo, comunidades de creyentes de otras confesiones y religiones, organizaciones de la sociedad civil, movimientos populares, etcétera”, sería el séptimo objetivo. Por último, “favorecer la valoración y la apropiación de los frutos de las recientes experiencias sinodales a nivel universal, regional, nacional y local”.

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Las cuatro fases del Sínodo

Según el Vademecum, documento distribuido junto al Documento Preparatorio, el Sínodo tendrá cuatro fases.

La primera sería la Fase Diocesana, una fase de escucha donde se pedirá la contribución de parroquias, movimientos de laicos, escuelas y universidades, congregaciones religiosas, comunidades cristianas, grupos de acción social, movimientos ecuménicos e interreligiosos y otros grupos.

La segunda fase tendrá como protagonistas a las Conferencias Episcopales y a los Sínodos de las Iglesias Orientales, que se encargarán de compilar todas las aportaciones de la Fase Diocesana y elaborarán una síntesis en un Encuentro Presinodal. De ese encuentro saldrá un primer Instrumentum Laboris que publicará la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

La tercera fase será la Fase Continental, donde, en diferentes encuentros continentales (siete en total, uno por continente), se producirán siete Documentos Finales que darán forma al segundo Instrumentum Laboris, que será el que guiará los trabajos de los Padres Sinodales en la Asamblea de octubre de 2023.

Por último, la cuarta fase será la celebración de la Asamblea del Sínodo de los Obispos presidida por el Papa Francisco en Roma.

El Documento Preparatorio, se recuerda, es un instrumento “para favorecer la primera fase de escucha y consultación de Pueblo de Dios en las Iglesias particulares”, que se desarrollará de octubre de 2021 a abril de 2022.

Una llamada a caminar juntos

El Documento presenta el Sínodo como una llamada a caminar juntos en un contexto de cambios epocales de una sociedad marcada por la tragedia global de la pandemia de la covid-19, las desigualdades e injusticias en una humanidad que “aparece cada vez más sacudida por procesos de masificación y de fragmentación”.

Esta situación, “que, no obstante las grandes diferencias, une a la entera familia humana, pone a prueba la capacidad de la Iglesia para acompañar a las personas y a las comunidades”. En el caso concreto de los cristianos, se señala que no se puede ignorar. Así, mientras que hay países y regiones del mundo donde la mayor parte de la población es católica o pertenece a diferentes denominaciones cristianas, “existen otros países en los cuales los católicos son una minoría; en algunos de estos países, los católicos, junto con los otros cristianos, experimentan formas de persecución, incluso muy violentas, y a menudo el martirio”.

“Si, por una parte, predomina una mentalidad secularizada que tiende a expulsar la religión del espacio público, por otra parte, existe un integrismo religioso, que no respeta la libertad de los otros, alimenta formas de intolerancia y de violencia, que se reflejan también en la comunidad cristiana y en sus relaciones con la sociedad”.

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Una Iglesia sinodal

En el Documento se recuerda también que la sinodalidad es una tradición muy antigua en la Iglesia. La Iglesia, se destaca, es “constitutivamente sinodal”. La sinodalidad “es mucho más que la celebración de encuentros eclesiales y asambleas de obispos, o una cuestión de simple administración interna en la Iglesia; la sinodalidad indica la específica forma de vivir y obrar de la Iglesia”.

Asimismo, se establece una relación entre el “caminar juntos” de las Iglesias en el Sínodo y la escucha de la Palabra de Dios y su puesta en práctica.

En ese sentido, se define como oportuno que la construcción de una Iglesia sinodal se inspire en dos imágenes de la Escritura: la representación de la escena comunitaria “que acompaña contantemente el camino de la evangelización” y “la experiencia del Espíritu en la cual Pedro y la comunidad primitiva reconocen el riesgo de poner límites injustificados a la coparticipación de la fe”.

Para leer el Documento Preparatorio acceda AQUÍ.

Para leer el Vademecum (en inglés) acceda AQUÍ.

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