El Vaticano y China, dispuestos a renovar el acuerdo para la renovación de obispos
El secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, ha confirmado la disposición del Vaticano para renovar el acuerdo
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El Vaticano y China se preparan para renovar el acuerdo que regula la designación conjunta de obispos y que en la práctica establece un marco para permitir a los fieles tener obispos que están en comunión con Roma pero al mismo tiempo reconocidos por las autoridades chinas.
Así lo ha confirmado el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, en los márgenes de un encuentro en la embajada italiana ante periodistas. "Con China, nuestro interés actual es normalizar la vida de la Iglesia tanto como sea posible, para asegurar que la Iglesia pueda vivir una vida normal, que para la Iglesia Católica es también tener relaciones con la Santa Sede y con el Papa", ha indicado Parolin.
El acuerdo firmado en Pekín en septiembre de 2018 y aplicado en octubre entre el subsecretario para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, Monseñor Antoine Camilleri, y el viceministro de asuntos exteriores de la República Popular China, Wang Chao, tenía una vigencia de dos años.
En esta misma línea, se expresó la semana pasada el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian, al afirmar que el acuerdo que comenzó a poner fin a más de 60 años de desencuentros entre el Vaticano y el régimen comunista china y que allanó el camino para que Pekín reconociese como jefe único de la Iglesia católica al Papa ha sido "implementado con éxito".
"Con los debidos esfuerzos de ambas partes, el acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos entre China y el Vaticano se ha implementado con éxito", señaló Lijian en una rueda de prensa, según recoge la página web del Ministerio de Exteriores chino.
La cuestión del nombramiento de obispos en China es muy compleja ya que, desde la llegada al poder de los comunistas, que expulsaron al nuncio apostólico, China únicamente ha permitido el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China, un departamento afín al Ejecutivo, que además rechaza la autoridad de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y en el gobierno de la Iglesia.
Los obispos legítimos que permanecen fieles al Papa viven una situación cercana a la clandestinidad, permanentemente asediados por las autoridades comunistas. En la situación actual, todo obispo reconocido por el gobierno chino debe ser miembro de la asociación patriótica y muchos obispos nombrados por el Vaticano que no son reconocidos o aprobados por el gobierno chino han enfrentado persecución.
La rúbrica de esta resolución no sella el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Gobierno de Xi Jinping, rotas desde 1951, dos años después de la instauración del régimen comunista.