El Papa Francisco se adelantó a la norma con la práctica. En sus tres Jueves Santos como Pontífice antes de 2016, siempre incluyó a mujeres en el rito del lavatorio de pies . Una costumbre que también tenía cuando era arzobispo de Buenos Aires.
Y es que, ara manifestar este significado pleno del rito a cuantos participan en él, Francisco consideró oportuno cambiar la norma "de modo que los pastores puedan elegir a un grupo de fieles que represente la variedad y la unidad de cada porción del pueblo de Dios. Ese grupo puede estar formado por hombres y mujeres y, convenientemente, por jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, clérigos, consagrados, laicos ".
Un cambio en "las normas"
Así, tres años después de su elección, después de una atenta ponderación "he llegado a la deliberación de aportar un cambio en las rúbricas del Misal Romano. Dispongo por lo tanto que se modifique la rúbrica en la que las personas elegidas para el lavatorio de los pies deban ser hombres o muchachos, de manera que, a partir de ahora, los Pastores de la Iglesia puedan elegir a los participantes en el rito entre todos los miembros del Pueblo de Dios ", decretó Francisco.
Desde entonces, al cumplir ese rito, los obispos y sacerdotes están invitados a conformarse profundamente a Cristo que "no vino para ser servido, sino para servir" y empujado por un amor "hasta el final", a dar su vida por la salvación de todo el género humano.
Un gesto entre lágrimas
Fue en 2022 cuando el Papa celebró la misa in Cena Domini en la cárcel de Civitavecchia. En la capilla, el siempre conmovedor rito del lavatorio de los pies de nueve hombres y tres mujeres de diferentes edades y nacionalidades. El Pontífice pronunció una homilía sobre el concepto de servicio: "¡Dios siempre perdona! El Papa lavó los pies de todos, repitiendo el gesto de Jesús durante la Última Cena. Un rito que nos conmueve cada vez que se repite. No se conocían entre sí, procedían de las distintas secciones de esta prisión situada en las afueras de la ciudad de la ciudad de Roma, en la provincia del Lacio, que, entre presos y personal, alberga una comunidad de unas 900 personas. Hay 530 reclusos, la mayoría mujeres.
La celebración es íntima, animada por canciones cantadas por un coro de presos. Otros actúan como monaguillos, otros como lectores. La homilía del Papa es toda improvisada, pronunciada en voz baja y centrada en los conceptos del perdón y del servicio. Hablando del signo del lavatorio de los pies, "una cosa extraña" en este mundo. "Jesús lavando los pies del traidor, del que le vende", dice el Papa Francisco. "Jesús nos enseña esto, sencillamente: entre vosotros debéis lavaros los pies unos a otros... Uno sirve al otro, sin interés: qué hermoso sería que esto se hiciera todos los días y a todas las personas". "Sin intereses", repite el Papa. "¡Dios lo perdona todo y Dios siempre perdona! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón". "Pide perdón a Jesús", insiste el Papa Francisco. "Hay un Señor que juzga, pero es un juicio extraño: el Señor juzga y perdona". Y el Pontífice concluye exhortándolos a seguir, con "el deseo de servir y perdonar".