Las escuelas cristianas de Oriente Medio piden ayuda al Papa “para poder dar un testimonio de esperanza”

En una carta solicitan al Santo Padre sus oraciones para "dar sentido a nuestra presencia cristiana en Oriente Medio antes de que sea demasiado tarde"

Las escuelas cristianas de Oriente Medio piden ayuda al Papa “para poder dar un testimonio de esperanza”

Redacción Religión

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Con motivo de la celebración del cuarto coloquio de las escuelas cristianas francófonas de Oriente Medio, organizado los días 16 y 17 de junio de 2023 por L'Œuvre d'Orient en Amman, se ha enviado una carta al Papa Francisco para solicitar su ayuda. Estas escuelas cristianas solicitan al Santo Padre “sus oraciones y le pedimos que nos ayude a encontrar el modo de dar testimonio de esperanza a las nuevas generaciones y de dar sentido a nuestra presencia cristiana en Oriente Medio antes de que sea demasiado tarde”, como se puede leer en la misiva.

Continúan indicando que “los jóvenes de nuestras escuelas son cristianos y musulmanes, ricos y pobres, chicas y chicos. Los cristianos, algunos de los cuales viajarán a Lisboa invitados por Usted, están muy apegados a los valores del Evangelio y se sienten hijas e hijos de la Iglesia católica y de sus Iglesias particulares”. Lamentan que “en los países en los que nuestras escuelas están presentes, a veces desde hace varios siglos, asistimos al sufrimiento y, sobre todo, al éxodo de nuestros jóvenes, algunos de los cuales ya no ven futuro en la tierra en la que nacieron y que Cristo pisó”.

La desesperanza frena la vocación espiritual

Desde el último sínodo de Ecclesia in Medio Oriente, en 2010, estos países han sufrido profundas convulsiones que llevan a repensar el lugar y la misión de los cristianos en estas sociedades. Conflictos armados, violencia, persecución, discriminación, crisis económica, pobreza, crisis ecológica, falta de visión cercana y lejana por parte de los dirigentes de nuestros respectivos países... Desde la entidad explican que se encuentran “ante una desesperanza que frena nuestra vocación espiritual, perjudica nuestra vida comunitaria y debilita nuestra misión hacia los más pequeños y vulnerables de nuestras sociedades orientales. Y, sin embargo, muchos de nuestros jóvenes desearían comprometerse al servicio del bien común en sus propios países”.

“Orgullosos de la misión”

Por último afirman que “estamos orgullosos de nuestra misión, pero a menudo nos agota esta espiral de la vida cotidiana que nos impide proyectarnos juntos y vislumbrar un destino común que podamos transmitir a nuestros alumnos”.