Los diez mensajes del Papa Francisco ante el drama del aborto: "Lo entendí en el confesionario"

El Santo Padre quiso, durante el Jubileo de la Misericordia, "que cualquier Iglesia local fuera un refugio" para acoger a "estas personas heridas en el camino de la vida"

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Sara de la Torre

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“¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?” Esta es una de las declaraciones más contundentes del Papa Francisco sobre el aborto. No obstante, durante todos estos años, el Papa ha querido trabajar en la Iglesia una pastoral que acompañe, sobre todo a sanar las heridas detodas aquellas madres a quienesn "hay que brindar consuelo".

Y es que el Papa Francisco aseveró durante el vuelo de regreso de México el 17 de febrero de 2016 que "el problema del aborto" no es un asunto "primariamente religioso sino de ética humana", anterior a "cualquier confesión religiosa". de hecho, en Evangelii gaudium, recordó que “en la acción de la Iglesia hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos".

Entendí el drama del aborto en el confesionario

También en un vuelo, en el de regreso de Panamá, el 28 de enero de 2019, el Papa explicó que comprendió el drama del aborto en el confesionario: “El problema no es dar el perdón, el problema está en acompañar a una mujer que ha tomado conciencia de haber abortado. Son dramas terribles”. “Hay que estar en el confesionario y tú allí debes dar consuelo, no castigar nada. Y yo aconsejo muchas veces, cuando lloran y tienen esta angustia: «Tu hijo está en el cielo, habla con él. Cántale la canción de cuna que no le pudiste cantar». Y ahí se encuentra un camino de reconciliación de la mamá con el hijo. Con Dios ya está: es el perdón de Dios”.

Un Jubileo de la Misericordia

El Papa Francisco abrió 8 de diciembre de 2015 la puerta grande de la Basílica de San Pedro, para dar comienzo al año jubilar de la Misericordia, que concluyó el 20 de noviembre de 2016. Por ello, el Papa quiso ofrecer escucha y perdón a todas las mujeres que quisieran confesarse de haber recurrido al aborto “sin necesidad de que haya un permiso previo del obispo de la diócesis”. Una medida con la que el Papa pretende “que cualquier Iglesia local sea un refugio, un hospital de campaña que acoja a estas personas heridas en el camino de la vida”.

En la Carta Apostólica Misericordia et misera, el Papa Francisco aseguró que quería enfatizar con todas sus fuerzas “que el aborto es un pecado, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre”.

Siempre ayuda a las madres

En una carta publicada en noviembre de 2021, el Papa Francisco se dirigió a las mujeres de las villas que solicitaron su apoyo contra los intentos de legalizar la práctica del aborto en Argentina.

Con una carta autógrafa, Francisco reiteró la importancia de proteger la vida. La carta del Pontífice agradecía el trabajo de una red de mujeres que, desde el 2018, luchan por la protección de los no nacidos, especialmente en los barrios populares de Buenos Aires. El Santo Padre expresó su admiración por “su trabajo y su testimonio" y las animó a seguir adelante.

¿Hemos hecho poco para acompañarlas?

Francisco asegura que “hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?”

El aborto no es progresista

“Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones». No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana”.

¿Suprimir una vida para salvaguardar otros derechos?

El Papa habla de razonamientos contradictorios por parte de quienes apoyan el aborto. En Laudato si’, afirma con fuerza que no es compatible “la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto”; y en la audiencia general del 10 de octubre de 2018 define una contradicción suprimir la vida humana en el seno materno “en nombre de la salvaguardia de otros derechos”.

“Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civilizado, o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su florecimiento? Yo os pregunto: ¿Es justo «quitar de en medio» una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo «quitar de en medio» a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar a un sicario para resolver un problema”.

Pastorales que acompañen

Al recibir a los participantes en el Congreso internacional "¡Yes to Life! el Papa aseguró que “el aborto no es nunca la respuesta que las familias buscan”. "Son necesarias y urgentes acciones pastorales incisivas” dijo, exhortando a crear “redes de amor” a donde las parejas puedan buscar apoyo, también en el seno de la Iglesia.

Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo”.

De hecho, en Evangelii gaudium, el Papa reconoce que “hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?" (EG, 214).

La medicina a favor de la vida

En 2019, el Papa insistió en “que ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia”. En un discurso durante la audiencia general, el Papa aseguró que “todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo, que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado. ¡Siempre!".

Los niños, desde el vientre materno, “si presentan condiciones patológicas, son pequeños pacientes, que a menudo pueden ser curados con intervenciones farmacológicas, quirúrgicas y asistenciales extraordinarias, capaces ahora de reducir la terrible brecha entre las posibilidades diagnósticas y terapéuticas, que durante años ha sido una de las causas del aborto voluntario y del abandono de la atención al nacer de muchos niños con enfermedades graves”.

Las terapias fetales, por un lado, y los Hospicios Perinatales, por otro, logran resultados sorprendentes en términos de atención clínica y proporcionan “un apoyo esencial a las familias que reciben el nacimiento de un niño enfermo. Estas posibilidades y conocimientos deben ponerse a disposición de todos”.

El derecho del más débil

En un encuentro con la Asociación Ciencia y Vida el 30 de mayo de 2015, el Papa precisó un punto importante. La vida siempre debe ser defendida en su totalidad: al principio, durante y al final.

Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo”.

Sin embargo, también recordó que “esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno”.