El Papa, a los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos: "La oración y la fraternidad son nuestras armas"
En su tercer discurso en Bahréin, el Santo Padre ha afirmado que "las grandes religiones están llamadas a ser el alma que da esperanza y vida a las más altas aspiraciones"
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En la mezquita del Sakhir Royal Palace, el Papa Francisco ha pronunciado su tercer discurso en Bahréin en el encuentro con los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos.
El Santo Padre ha empezado su discurso reconociendo su esfuerzo en “promover la reconciliación para evitar divisiones y conflictos en las comunidades musulmanas [...] y se proponen fomentar relaciones amistosas, mutuo respeto y confianza recíproca con todos aquellos que, como yo, adhieren a una fe religiosa distinta”.
Ante el Consejo Musulmán de Ancianos, el Papa ha reiterado que “el Dios de la paz nunca conduce a la guerra, nunca incita al odio, nunca respalda la violencia”. “Y nosotros, que creemos en Él, estamos llamados a promover la paz a través de instrumentos de paz, como el encuentro, las tratativas pacientes y el diálogo, que es el oxígeno de la convivencia común”, ha subrayado Francisco, que ha añadido que la paz “no puede ser solo proclamada, se debe consolidar. Y esto es posible removiendo las desigualdades y las discriminaciones, que producen inestabilidad y hostilidad”.
El Santo Padre, en su tercer discurso en Bahréin, se ha preguntado: “¿Cómo podrán los fieles de religiones y culturas distintas convivir, acogerse y estimarse mutuamente si nosotros seguimos siendo unos extraños, los unos para los otros?”. “Ante una humanidad cada vez más herida y desgarrada que, bajo el vestido de la globalización, respira con dificultad y miedo, las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une los miembros del cuerpo, el alma que da esperanza y vida a las más altas aspiraciones”, ha afirmado el Papa.
Según Francisco, “los males sociales e internacionales, los económicos y los personales, así como la dramática crisis ambiental que caracteriza los tiempos actuales y sobre la que hoy se ha reflexionado, provienen a fin de cuentas del alejamiento de Dios y del prójimo”. Ante todos estos problemas, el Papa ha instado a “volver a llevar a la humanidad, a beber de esta sabiduría antigua”, “volver a acercar a los fieles, a la adoración del Dios del cielo” y también “acercarlos a los hombres, para quienes Él hizo la tierra”.
Para hacer todo esto, el Papa ha reconocido tener dos medios: la oración y la fraternidad: “Estas son nuestras armas, humildes y eficaces. No nos debemos dejar tentar por otros instrumentos, por atajos indignos del Altísimo, cuyo nombre de Paz es insultado por quienes creen en las razones de la fuerza y alimentan la violencia, la guerra y el mercado de armas, "el comercio de la muerte” que, con grandes sumas de dinero cada vez mayores, está transformando nuestra casa común en un gran arsenal”.
“Delante de estos escenarios trágicos, mientras el mundo sigue las quimeras de la fuerza, del poder y del dinero, nosotros estamos llamados a recordar, con la sabiduría de los ancianos y de los padres, que Dios y el prójimo son lo primero y más importante, que solo la trascendencia y la fraternidad nos salvan”, ha afirmado el Santo Padre.
Francisco ha finalizado su tercer discurso en Bahréin pidiendo al Consejo Musulmán de Ancianos apoyarse mutuamente: “Demos seguimiento a nuestro encuentro del día de hoy, caminemos juntos. Seremos bendecidos por el Altísimo y por las criaturas más pequeñas y débiles que Él prefiere: por los pobres, los niños y los jóvenes, quienes después de tantas noches oscuras, esperan el surgir de un amanecer de luz y de paz”.