Tercer día del Papa en el Congo: Francisco exhorta a los jóvenes a no sucumbir al tribalismo y a la corrupción
Recuerda la importancia de la oración y les insta a perdonar «para detener la espiral de las venganzas personales y tribales»
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El Papa Francisco ha pedido a los jóvenes de la República Democrática del Congo (RDC) que no se dejen arrastrar por la corriente y no sucumban al tribalismo y a la corrupción. «Primero se cree en los prejuicios sobre los dema?s, despue?s se justifica el odio y, por tanto, la violencia, y al final nos encontramos en medio de la guerra», les ha dicho en el encuentro que ha mantenido con jóvenes y catequistas en la mañana de este jueves 2 de febrero en el estadio de los Mártires. Al acto han asistido unas 80.000 personas.
«¿Has hablado alguna vez con las personas de los otros grupos o has estado siempre encerrado en el tuyo? ¿Has escuchado alguna vez las historias de los otros?, ¿te has acercado a sus sufrimientos?», les ha preguntado antes de afirmar que «es ma?s fa?cil condenar a alguien que entenderlo» y de invitar a perdonar «para detener la espiral de las venganzas personales y tribales».
En un bello discurso lleno de imágenes y referencias a la naturaleza, Francisco ha dado a la juventud cinco claves o «consejos» para construir «un futuro distinto» para la RDC. Así, les ha invitado a apoyarse en la oración, actuar no individualmente sino en comunidad, vivir con honestidad, y practicar el perdón y el servicio a los demás.
La oración, les ha dicho, es como el agua que da vida al alma, y «el arma más potente que existe», pues «te transmite el consuelo y la esperanza de Dios». «Quien reza, madura interiormente y sabe levantar la mirada hacia lo alto, acorda?ndose que fue hecho para el cielo».
Corrupción
El Santo Padre ha pedido también a los jóvenes que no caigan en la tentación de la corrupción. «Tú eres las decisiones que tomas y siempre puedes elegir hacer lo correcto. Somos libres para elegir. No permitan que sus vidas sean arrastradas por la corriente contaminada; no se dejen llevar como un tronco seco en un río de lodo. Siéntanse indignados, sin caer nunca en los halagos de la corrupción, que son persuasivos pero envenenados», les ha dicho.
En este sentido, ha recordado el testimonio de Floribert Bwana Chui, un joven de 26 años que hace década y media fue asesinado en Goma por no permitir el paso de alimentos en mal estado, y que fue asesinado por ello. No hay que dejarse «enredar en los lazos de la corrupción», ha insistido. «El cristiano no puede más que ser honesto, de lo contrario traiciona su identidad. Sin honestidad no somos discípulos ni testigos de Jesús; somos paganos, idólatras que adoran su propio yo en vez de adorar a Dios, que usan a los demás en lugar de servirlos».
Drogas, brujería y redes sociales
El Santo Padre ha alertado asimismo sobre el peligro que conlleva vivir de manera individualista, ajeno a la comunidad. «Las decisiones individuales —ha dicho— al principio parecen atrayentes, pero después solo dejan un gran vacío interior. Piensen en la droga; te esconde de los demás, de la verdadera vida, para hacerte sentir omnipotente, pero al final te encuentras despojado de todo. Piensen también en la dependencia del ocultismo y de la brujería, que te atrapan en las garras del miedo, de la venganza y de la rabia. No se dejen engañar por esos falsos paraísos egoístas (…)».
El riesgo de aislamiento social se produce también a través de las redes sociales. «La virtualidad no basta. No podemos conformarnos con el mero interactuar con personas lejanas e incluso falsas. La vida no se escoge tocando la pantalla con el dedo. Es triste ver a jóvenes que están horas frente a un teléfono (…)», ha afirmado.
Necesidad de perdonar
El Papa, por último, ha subrayado la importancia del perdón para «cambiar el curso de la historia». Perdonar, ha dicho, no significar olvidar el pasado, sino no resignarse a que este se repita y saber empezar de nuevo. «Amigos, para crear un futuro nuevo necesitamos dar y recibir perdón. Esto es lo que hace el cristiano: no ama solo a aquellos que lo aman, sino que sabe detener con el perdón la espiral de las venganzas personales y tribales», ha afirmado. Y ha recordado el ejemplo de amor y perdón del beato Isidoro Bakanja, la beata María Clementina Anuarite, san Kisito y sus compañeros, «mártires que no cedieron a la lógica de la violencia».