El Papa Francisco en el Ángelus: "¿Sabemos reconocer la luz del amor de Dios en nuestra vida?"

El Papa ha reflexionado sobre el Evangelio de la Transfiguración en este segundo Domingo de Cuaresma: "Nos enseña lo importante que es estar con Jesús"

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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En una soleada Plaza San Pedro, el Papa Francisco ha rezado el Ángelus con los fieles presentes y ha reflexionado sobre el Evangelio de este domingo, 5 de marzo, segundo Domingo de Cuaresma: el de la Transfiguración.

El Santo Padre ha pedido a los fieles detenerse en esa escena y preguntarse: “¿En qué consiste esta belleza? ¿Qué ven los discípulos? ¿Un efecto especial? No, no es eso. Ven la luz de la santidad de Dios resplandecer en el rostro y en las vestimentas de Jesús, imagen perfecta del Padre. Pero Dios es Amor, y, por lo tanto, los discípulos han visto con sus ojos la belleza y el esplendor del Amor divino encarnado en Cristo. Un anticipo del paraíso”.

Con esta experiencia de la Transfiguración, “Jesús, en realidad, los está formando, los está preparando para un paso todavía más importante. De ahí, en poco tiempo, de hecho, deberán saber reconocer en Él la misma belleza, cuando suba a la cruz y su rostro se desfigure”. “Cristo es la luz que orienta el camino, como la columna de fuego para el pueblo en el desierto (cf. Ex 13,21). La belleza de Jesús no aparta a los discípulos de la realidad de la vida, sino que les da la fuerza para seguirlo hasta Jerusalén, hasta la cruz”, ha afirmado el Papa.

El Evangelio de este domingo – según el Santo Padre - “traza también para nosotros un camino: nos enseña lo importante que es estar con Jesús, incluso cuando no es fácil entender todo lo que dice y lo que hace por nosotros. Es estando con él, de hecho, como aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la cruz”.

“Es en su escuela donde aprendemos a captar la misma belleza en los rostros de las personas que cada día caminan junto a nosotros: los familiares, los amigos, los colegas, quienes en diversos modos cuidan de nosotros. ¡Cuántos rostros luminosos, cuántas sonrisas, cuántas arrugas, cuántas lágrimas y cicatrices hablan de amor en torno a nosotros! Aprendamos a reconocerlas y a llenarnos el corazón con ellas. Y después partamos, para llevar también a los demás la luz que hemos recibido, con las obras concretas del amor (cf. 1 Jn 3,18), sumergiéndose con más generosidad en las tareas cotidianas, amando, sirviendo y perdonando con más entusiasmo y disponibilidad”, ha subrayado el Papa en el Ángelus de este segundo Domingo de Cuaresma.

Como también lo ha hecho en otras ocasiones, Francisco ha dejado algunas preguntas para los fieles que estaban en la Plaza San Pedro: “¿Sabemos reconocer la luz del amor de Dios en nuestra vida? ¿La reconocemos con alegría y gratitud en los rostros de las personas que nos quieren? ¿Buscamos en torno a nosotros las señales de esta luz, que nos llena el corazón y lo abre al amor y al servicio? ¿O preferimos los fuegos de paja de los ídolos, que nos alienan y nos cierran en nosotros mismos?”.

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