El Papa Francisco, en su encuentro con los migrantes: "Ustedes no son números, sino sueños a veces rotos"

Francisco ha visitado el centro de acogida 'Laboratorio para la Paz' en su última parada en su viaje a Malta, donde ha reclamado acogida y humanidad para los migrantes

El Papa Francisco, en su encuentro con los migrantes: "Ustedes no son números, sino sueños a veces rotos"

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Antes de concluir su Viaje Apostólico a Malta y regresar a Roma, el Papa Francisco ha trasladado un mensaje de esperanza a los inmigrantes del 'Laboratorio para la Paz', dedicado a Juan XXIII, donde ha clamado contra la política de 'puertos cerrados' que impide a los barcos de rescate desembarcar a los migrantes en el llamado Primer Mundo que les permita soñar con un futuro más próspero.

El centro, fundado en 1971 por el fraile Dionisio Mintoff (91 años) hospeda a 55 migrantes de países como Somalia, Eritrea y Sudán que llegaron a Malta a través de Libia. Además, el laboratorio de paz ofrece un punto de información para orientar a las personas que solicitan asilo en Malta.

En el patio exterior del centro, Jorge Bergoglio ha encendido una vela ante la imagen de la Virgen, en un gesto sencillo pero cargado de simbolismo, ya que representa la fe en Dios y la esperanza que María “sostiene en los momentos más difíciles”, sostenía el Papa.

En su intervención, el Pontífice ha instado a la sociedad y a las autoridades mirar a este colectivo “no como números, sino como rostros, historias, sencillamente hombres y mujeres, hermanos y hermanas. Y pensando que en el lugar de esa persona que veo en una embarcación o en el mar, a través de la televisión o de una foto, podría estar yo, o mi hijo, o mi hija. Ustedes no son números, sino personas de carne y hueso, rostros, sueños a veces rotos”.

Y es que, como ha subrayado Francisco, buena parte de los migrantes que emprenden la aventura de abandonar su tierra natal para desplazarse a Europa por el Mediterráneo, naufragan. Un naufragio, recuerda el Papa, que no termina una vez han llegado a la tierra prometida, ya que en ella se encuentran con multitud de amenazas, como la violación de sus derechos fundamentales, a menudo “con la complicidad de las autoridades competentes”.

“Es el naufragio de la civilización, que amenaza no sólo a los refugiados, sino a todos nosotros. ¿Cómo podemos salvarnos de este naufragio que amenaza con hundir la nave de nuestra civilización? Comportándonos con humanidad”, ha expresado el obispo de Roma.

Francisco ha calificado de “desgarro” el que tienen que vivir miles de personas que se ven obligadas a abandonar a sus familias para marcharse. Una experiencia que han vivido Daniel o Siriman, migrantes que se encuentran en este centro maltés, y que deja una herida profunda que solo se puede cicatrizar, opina el Papa, con una acogida humana.

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“Se necesita tiempo para que sane esa herida; se necesita tiempo y sobre todo experiencias ricas de humanidad: encontrar personas acogedoras, que saben escuchar, comprender, acompañar; y también estar junto con otros compañeros de viaje para compartir, para llevar juntos el peso. Esto ayuda a cicatrizar las heridas”.

El Sucesor de Pedro ha mostrado su deseo por que estos migrantes experimenten una acogida humana y fraterna para que así sean testigos y animadores de otras acogidas: “Una vez que la herida del desgarro haya cicatrizado, ustedes pueden hacer emerger esta riqueza que llevan dentro, un patrimonio de humanidad muy valioso, y ponerla a disposición de la comunidad en la que han sido acogidos y en los ambientes donde se integran. ¡Este es el camino! El camino de la fraternidad y de la amistad social. Aquí está el futuro de la familia humana en un mundo globalizado”.

El Santo Padre ha reclamado a los fieles que no se dejen guiar por quienes consideran que ante el fenómeno migratorio “no hay nada que hacer”, y pide que todos “respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza”.

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En este contexto, ha elogiado el trabajo que desempeñan los centros de acogida como el 'Laboratorio para la Paz', calificándolos como “lugares de humanidad”. De esta manera, ha recordado lo que escribió Juan XXIII en su Encíclica sobre la paz: “Que el Señor borre de los hombres cuanto pueda poner en peligro esta paz y convierta a todos en testigos de la verdad, de la justicia y del amor fraterno. Que Él ilumine también con su luz la mente de los que gobiernan las naciones, para que, al mismo tiempo que les procuran una digna prosperidad, aseguren a sus compatriotas el don hermosísimo de la paz. Que, finalmente, Cristo encienda las voluntades de todos los hombres para echar por tierra las barreras que dividen a los unos de los otros, para estrechar los vínculos de la mutua caridad, para fomentar la recíproca comprensión, para perdonar, en fin, a cuantos nos hayan injuriado”.

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