El Papa, en su mensaje a la Curia Romana: "En nombre de ningún Dios se puede declarar "santa" una guerra"

Con motivo de los saludos navideños, Francisco ha pedido a la Curia "deshacerse de lo que es superfluo y que puede volverse un impedimento en el camino de la santidad"

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Desde el aula de las bendiciones en el Vaticano, el Papa Francisco ha tenido este jueves, 22 de diciembre, la tradicional audiencia a la Curia Romana en ocasión de los saludos navideños.

Ante estos días tan especiales que nos preparamos a vivir, Francisco ha recordado que “cada año, a los pies del Niño que está recostado en el pesebre, se nos permite mirar nuestra vida a partir de esta luz especial […] la humildad del Hijo de Dios que viene en nuestra condición humana es para nosotros escuela de adhesión a la realidad”. El Papa ha pedido, al principio de su discurso, “volver a la esencialidad de la propia vida, para deshacerse de lo que es superfluo y que puede volverse un impedimento en el camino de la santidad”.



“Muchas cosas sucedieron en este último año y, en primer lugar, queremos decir gracias al Señor por todos los beneficios que nos ha concedido. Pero entre todos estos beneficios esperamos que esté también nuestra conversión, que nunca es un discurso acabado”, ha dicho el Santo Padre en la tradicional audiencia a la Curia. Asimismo, ha advertido que “lo peor que nos podría pasar es pensar que ya no necesitamos conversión, sea a nivel personal o comunitario. Convertirse es aprender a tomar cada vez más en serio el mensaje del Evangelio e intentar ponerlo en práctica en nuestra vida […] ante el Evangelio seguimos siendo siempre como niños que necesitan aprender”.

En el mensaje del Papa también se han recordado los sesenta años de la apertura del Concilio Vaticano II: “La conversión que nos dio el Concilio es la oportunidad de comprender mejor el Evangelio, de hacerlo actual, vivo y operante en este momento histórico”. “La actual reflexión sobre la sinodalidad de la Iglesia nace precisamente de la convicción de que el itinerario de comprensión del mensaje de Cristo no tiene fin y continuamente nos desafía […] conservar significa mantener vivo y no aprisionar el mensaje de Cristo”, ha subrayado Francisco.



El Obispo de Roma ha afirmado además que “denunciar el mal, aun el que se propaga entre nosotros, es demasiado poco. Lo que se debe hacer ante ello es optar por una conversión. La simple denuncia puede hacernos creer que hemos resuelto el problema, pero en realidad lo importante es hacer cambios, de manera que no nos dejemos aprisionar más por las lógicas del mal, que muy a menudo son lógicas mundanas”.

En su discurso, el Papa ha advertido a los miembros de la Curia Romana que “la mayor atención que debemos prestar en este momento de nuestra existencia es al hecho de que formalmente nuestra vida actual transcurre en casa, tras los muros de la institución, al servicio de la Santa Sede, en el corazón del cuerpo eclesial; y justamente por esto podríamos caer en la tentación de pensar que estamos seguros, que somos mejores, que ya no nos tenemos que convertir. Nosotros corremos mayor peligro que todos los demás, porque nos asecha “el demonio educado”, que no llega haciendo ruido sino trayendo flores”.



Unas últimas palabras el Papa las pronunció sobre el tema de la paz: “Nunca como ahora hemos sentido un gran deseo de paz”. Y también en esta tradicional audiencia, Francisco no ha perdido la ocasión de hablar sobre la “martirizada Ucrania”: “La guerra y la violencia son siempre un fracaso. La religión no debe prestarse a alimentar conflictos. El Evangelio es siempre Evangelio de paz, y en nombre de ningún Dios se puede declara “santa” una guerra. Allí donde reina la muerte, la división, el conflicto, el dolor inocente, nosotros no podemos más que reconocer a Jesús crucificado”.

Al referirse al tema de la paz, el Santo Padre ha subrayado como la cultura de la paz no solamente se construye entre los pueblos y las naciones, “sino que comienza en el corazón de cada uno de nosotros. Mientras sufrimos por los estragos que causan las guerras y la violencia, podemos y debemos dar nuestra contribución en favor de la paz tratando de extirpar de nuestro corazón toda raíz de odio y resentimiento respecto a los hermanos y las hermanas que viven junto a nosotros”.

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Si es verdad que queremos que el clamor de la guerra cese dando lugar a la paz, entonces que cada uno comience desde sí mismo […] No existe sólo la violencia de las armas; existe la violencia verbal, la violencia psicológica, la violencia del abuso de poder, la violencia escondida de las habladurías. Ante el Príncipe de la Paz, que viene al mundo, depongamos toda arma de cualquier tipo. Que ninguno saque provecho de la propia posición o del propio rol para mortificar al otro ”, ha afirmado el Papa.

Al final de su discurso, Francisco ha subrayado como “toda guerra, para que se extinga, necesita del perdón. De lo contrario, la justicia se convierte en venganza, y el amor sólo se reconoce como una forma de debilidad”.

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