El Papa pide que no seamos indiferentes a las tragedias del Mediterráneo, el cementerio más grande de Europa
El Santo Padre, tras rezar la oración mariana del Ángelus, ha dirigido su pensamiento a las "muchas tragedias" en el Mar Mediterráneo
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El Papa Francisco, tras rezar la oración mariana del Ángelus, de este domingo 13 de junio, ha dirigido su pensamiento a las "muchas tragedias" en el Mar Mediterráneo para que "se abata el muro de la indiferencia". Asimismo, el Santo Padre, en vista de la celebración de Día Mundial del Donante de Sangre, ha agradecido a los voluntarios "por su testimonio de generosidad y gratitud".
"Doy las gracias de corazón a los voluntarios, y los animo a proseguir su obra, testimoniando los valores de la generosidad y de la gratuidad", ha manifestado el Pontífice, quien saludó cordialmente a todos los fieles y peregrinos procedentes de Roma, de Italia y de otros países, en particular a los peregrinos llegados en bicicleta desde Sedigliano y desde Bra; a los fieles de Forlì y a los de Cagliari.
En su alocución antes de rezar a la Madre de Dios, el Santo Padre invitó a los fieles a "cultivar la confianza de estar en las manos de Dios". "Y, al mismo tiempo, a esforzarnos todos por reconstruir y recomenzar, con paciencia y constancia, para así salir bien de la pandemia", ha precisado.
"Que María Santísima, la humilde sierva del Señor, nos enseñe a ver la grandeza de Dios que obra en las cosas pequeñas, y a vencer la tentación del desánimo fiándonos de Él cada día", ha dicho el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus, de este XI Domingo del Tiempo Ordinario.
El Papa ha asegurado que también en la Iglesia "puede arraigar la cizaña del desánimo", sobre todo al asistir "a la crisis de la fe y al fracaso de varios proyectos e iniciativas".
"Pero no olvidemos nunca que los resultados de la siembra no dependen de nuestras capacidades: dependen de la acción de Dios. A nosotros nos toca sembrar con amor, esfuerzo, paciencia. Pero la fuerza de la semilla es divina. Con Dios siempre hay esperanza de nuevos brotes, incluso en los terrenos más áridos", ha concluido el Santo Padre.