El Papa recomienda a los seminaristas no perder "la capacidad de oler a las ovejas": "Cercanía y ternura"
En su encuentro con los seminaristas y sacerdotes que están estudiando en Roma, Francisco les pidió no vivir el sacerdocio "como si fuera un trabajo"
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Durante esta semana, el Papa Francisco se reunió en el Aula Pablo VI del Vaticano con los seminaristas y sacerdotes que están estudiando este año en Roma. 205 preguntas le llegaron al Pontífice y obviamente no se pudo responder a todas, sino que se eligieron diez y el Papa respondió con mucha sinceridad.
Fueron abordados numerosos temas: desde el estilo compasivo al ser cercanos a las personas y no trepadores, hasta la dirección espiritual; desde el uso de las nuevas tecnologías hasta el discernimiento, y desde el diálogo entre ciencia y fe, hasta el papel de la Iglesia en las guerras.
A una pregunta sobre la concreción de la misericordia, el Papa subrayó que es necesario aprender el lenguaje de los gestos: “Si tú no eres humano con los gestos, la mente también se vuelve rígida en el sermón dirás cosas abstractas que nadie entiende, y alguien tendrá la tentación de salir a fumar un cigarrillo”. Instó a los sacerdotes a aprender a expresarse “con estos tres lenguajes: que yo piense lo que siento y hago, que sienta lo que pienso y hago, y que haga lo que siento y pienso”. “Un buen sacerdote es cercano, compasivo y tierno”, ha aclarado el Papa.
¿Cómo vivir el sacerdocio sin perder ese olor a oveja que debe ser proprio del ministerio sacerdotal? Francisco respondió que “es importante mantener el contacto con el pueblo fiel de Dios, porque ahí está la unción del pueblo de Dios: son las ovejas”.
Al perder el olor de las ovejas, al distanciarse de ellas, podrá ser "un teórico, un buen teólogo, un buen filósofo, un muy buen curial que hace todas las cosas", pero habrá perdido "la capacidad de oler a las ovejas". Recomendó además mantener experiencias pastorales “en una parroquia, en un hogar de niños o chicos, o en una residencia de ancianos, lo que sea”, para no perder el contacto con el pueblo de Dios.
El Obispo de Roma habló también de los sacerdotes que viven el sacerdocio como si fuera “un trabajo”, que buscan la tranquilidad y una vida cómoda: “El sacerdocio es un servicio sagrado a Dios, es el servicio del cual la Eucaristía es el grado más alto, y es un servicio a la comunidad”. Y también abordó el tema de los "sacerdotes escaladores", aquellos que pretenden hacer carrera: “El escalador al final es un traidor, no es un servidor. Busca lo suyo y luego no hace nada por lo de los demás”.
Francisco destacó también la importancia de tener una dirección espiritual, aunque dijo preferir el término “acompañamiento”: “Tú vas a ver al confesor para que te perdone tus pecados, y vas preparándote sobre los pecados. Vas al director espiritual para contarle las cosas que pasan en tu corazón, las emociones espirituales, las alegrías, los enfados y lo que pasa dentro de ti”
Francisco explicó que el acompañamiento espiritual puede ser realizado por un sacerdote, un obispo, o también por una monja o un laico que sea una persona sabia. A partir de una cuestión sobre el diálogo entre ciencia y fe, Francisco invitó a estar abiertos a las preguntas de los estudiosos y a las inquietudes de la gente o de los universitarios: “Ser humilde, tener fe, no es tener la respuesta a todo. Ese método de defender la fe ya no funciona, es un método anacrónico”.
“Es lo que el otro debe comprender: que uno está en camino, que no se tienen todas las respuestas a todas las preguntas […] debemos huir de la oposición entre religión y ciencia porque éste es un mal espíritu, no es el verdadero espíritu del progreso humano”.
Al responder a otra de las preguntas, el Pontífice describió la vida como "un continuo desequilibrio", porque se camina entre muchas dificultades, cayendo y levantándose, y animó a no tener miedo y a discernir, en cambio, en ese desequilibrio cotidiano, porque “en el desequilibrio hay mociones de Dios que te invitan a algo, al deseo de hacer el bien”.
Durante el encuentro con los sacerdotes y seminaristas que estudian en la capital italiana, el Papa también les habló de su relación con la tecnología y su incomodidad con las herramientas digitales modernas. Les contó que recibió un teléfono móvil de regalo nada más ser ordenado obispo en Argentina, y que lo utilizó para una única llamada a su hermana y lo devolvió inmediatamente. "No es mi mundo, pero hay que usarlos", dijo a los presentes, aunque “con cautela”.
Francisco hizo hincapié en los peligros de internet, como la pornografía digital, que lamentablemente es una tentación para muchos, incluso para los religiosos: "Es algo que debilita el alma. Debilita el alma. El diablo entra por ahí: debilita el corazón sacerdotal".