El Papa Francisco reza por las religiosas que asisten a los enfermos por coronavirus
El Santo Padre oficia su misa diaria retransmitida al mundo desde la capilla de la Casa Santa Marta
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El Papa Francisco ha rezado en la misa que cada mañana ofrece en la capilla de la Casa Santa Marta por las religiosas que arriesgan y dan la vida por asistir a los enfermos. En la homilía que cada dia retransmite TRECE y COPE.es, el Santo Padre oró por las religiosas que están al lado de los enfermos y de los pobres, recordando de manera especial a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que desde hace 98 años dirigen en el Vaticano el dispensario para las familias necesitadas.
En su homilía, ha dejado espacio a la contemplación del gran misterio de la Encarnación releyendo el Evangelio de San Lucas propuesta por la liturgia para esta Solemnidad (Lc 1, 26-38).
El evangelista Lucas podía conocer esto solamente a partir de la narración de la Virgen. Escuchando a Lucas, hemos escuchado a la Virgen que relata este misterio. Estamos ante el misterio. Tal vez en mejor que podamos ahora releer este pasaje, pensando que ha sido la misma Virgen María a narrarlo.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:
“¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo:
“No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María dijo al Ángel:
“¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”
El Ángel le respondió:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.
María dijo entonces:
“Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”.
Y el Ángel se alejó.
Este es el misterio.
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual.
“A tus pies me Postro, ¡oh Jesús mío!, y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada, ante Tu santa Presencia. Te adoro en el Sacramento de Tu amor, la inefable Eucaristía, y deseo recibirte en la pobre morada que te ofrece mi alma. Esperando la dicha de la Comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, puesto que yo vengo a Ti, ¡oh mi Jesús!, y que Tu amor inflame todo mi ser en la vida y en la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Así sea”.