La sorprendente historia del Santuario de la Virgen que el Papa visita en Eslovaquia
Fueron los sacerdotes diocesanos quienes, jugándose la vida, se encargaron de cuidar la Basílica y de atender a los fieles durante el comunismo
Roma - Publicado el - Actualizado
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Desde su construcción en el siglo XIII, Šaštin se convirtió en una fortificación estratégica en el Danubio. Su traducción al eslovaco significa “castillo de árboles apretados”. El primer texto escrito que hace referencia al castillo es de 1204. La fortaleza era la residencia del señor del condado y además ahí tenía su sede el arzobispo.
En aquella época, cerca del castillo, algún devoto había colocado sobre un árbol la pintura de una imagen de los Siete Dolores de la Virgen. Eran muchos los que acudían a pedirle favores y se había difundido una gran devoción a esta imagen.
Corría el año 1564 cuando el conde de Šaštin, Imrich Czobor, un hombre de carácter colérico, decidió abandonar a su esposa, Angelika Bakicová como fruto de un fuerte enfado. Los escritos aseguran que la odiaba profundamente.
Cuenta la tradición que un día los dos iban en su carroza y discutieron por un asunto intrascendente. El conde, muy enfadado, tiró a su mujer del vehículo y la abandonó en el camino. Ella se puso a rezar con todas sus fuerzas e hizo una promesa: si conseguía que su marido retornara a casa, mandaría esculpir una estatua de los Siete Dolores de Nuestra Señora con la madera de un cerezo.
Mientras rezaba intensamente se le pareció la Virgen Dolorosa y en ese instante sintió paz en el alma, y regresó a su casa muy esperanzada.
Ante la sorpresa de todos, su marido regresó a casa y le pidió perdón por su comportamiento. Ella cumplió su promesa y aquella escultura de la Virgen, colocada en un primer momento en la capilla del castillo y después en una iglesia que se construyó para albergarla, se convirtió en un lugar de peregrinación.
Cuando los turcos amenazaban con una inminente invasión, Angelika, junto a los habitantes de Sastín y los pueblos de alrededor pidieron intensamente a esta Virgen que les protegiera. Como temían que la Virgen fuera robada o destruida, la trasladaron de forma provisional a un castillo cercano para que quedara más protegida. Y aunque durante 150 años los países vecinos tuvieron que rechazar las incursiones turcas, Eslovaquia apenas sufrió la ocupación. En 1710 la Virgen regresó de nuevo regresó a Šaštín y la fama de que la imagen de los Siete Dolores era milagrosa no paró de aumentar.
En torno al santuario se produjeron curaciones milagrosas, reconocidas en 1732 por el obispo de Esztergom. En 1927, Pío XI proclamó a la Virgen de los Dolores patrona de Eslovaquia.
Este santuario también ha sufrido directamente la persecución religiosa. Tras disolverse la Orden Paulina, encargada de su custodia, más tarde, en 1950, con la llegada del comunismo se expulsó a los salesianos. Lo sorprendente es que, a pesar de todo, las peregrinaciones no cesaron nunca. Fueron los sacerdotes diocesanos quienes, jugándose la vida, se encargaron de cuidar la Basílica y de atender a los fieles durante el comunismo.
En esa época las autoridades detuvieron a casi a todos los religiosos y los trasladaron a campos de concentración. Se cerraron monasterios y seminarios e intentaron por todos los medios acabar con la devoción popular convirtiendo el santuario en un destacamento militar. Aunque se amenazaba con represalias a quienes se acercaran a visitar a la Virgen, los eslovacos no dejaron de acudir al santuario.
En 1990, con la caída del Muro de Berlín y el declive del comunismo, los salesianos recuperaron el cuidado del Santuario. La gran fiesta de la Peregrinación nacional, que este año coincide con la presencia del Santo Padre, se celebra cada 15 de septiembre, festividad de Nuestra Señora de los Dolores.