"Tocó mis cicatrices, cerró los ojos y rezó": la emoción del Papa al conocer a un migrante senegalés

Ibrahima llegó a Italia procedente de Senegal, país del que migró con 16 años. Durante la travesía sufrió las torturas en las cárceles de Libia: "Me impresionó mucho"

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Ibrahima tiene 23 años. Con 16 abandonó su país de origen, Senegal rumbo a Europa. Durante los seis meses de travesía pacedió sed, hambre y torturas en las cárceles libias. Muchos de ellos murieron en las prisiones.

"Una vez que estos libios vinieron a la celda y nos dijeron que para salir de la prisión tendríamos que pagar un dinero que no teníamos, nos ordenaron que les diéramos el número de alguien que pudiera pagar por nosotros. Tres de nosotros, dos nigerianos y un gambiano, no teníamos a nadie y los libios los mataron ante los ojos de Ibrahima”.

Ahora Ibrahima vive en Venecia y ha escrito dos libros: 'Pan y agua. De Senegal a Italia pasando por Libia' y 'Nuevo viaje. Mi voz de las orillas de África a las calles de Europa', este último publicado hace apenas tres semanas.

En ambas publicaciones, Ibrahima relata los testimonios de hombres, mujeres y niños que, como él, lograron su propósito de llegar al Viejo Continente... y de quienes no lo consiguieron. Dos libros donde el senegalés describe las heridas hoy cicatrizadas que fueron provocadas por aquellas palizas de sus verdugos.

Así fue el encuentro de Ibrahima con el Papa Francisco

Unas cicatrices que tocó el Papa Francisco el pasado martes, al recibir al joven senegalés en la Casa Santa Marta del Vaticano. El Pontífice acarició las cicatrices de Ibrahima, cerró los ojos, se emocionó y prometió rezar por los que yacen en el fondo del mar, por los hombres, mujeres y niños que siguen encerrados en los lagers libios, por los que atraviesan el desierto del Sahara en busca de un lugar seguro.

“Me emocioné cuando me llamaron porque el Papa quería vernos, conmovido y emocionado", cuenta Ibrahima, quien relataba lo que le comentó Francisco durante el encuentro: “Ibrahima, te he visto, ¿cómo estás, dónde vives?”.

Acto seguido, Ibrahima le hizo entrega de su último libro: “Le conté mi historia y le pedí que rezara por los que sufren, que rezara también por mi amigo, que cuando estábamos en Libia, en la cárcel, soñaba con llegar a Italia para ser futbolista. Pero no lo consiguió, acabó en el mar, y el Papa me dijo que rezaría. También le conté que soy musulmán, pero que me hice scout porque creo en la fraternidad. Me dijo: 'Todos somos hermanos y todos somos hijos de Dios'. Esto me impresionó mucho”, ha contado.

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