Que la verdad no te estropee un buen titular
Muchas veces el periodista ni amaga con recabar la postura de la Iglesia. La verdad da menos clics y genera menos comentarios
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Hace tiempo que abandoné los pasillos de mi querida Facultad de Humanidades y Ciencias de la Información del CEU, pero recuerdo que una de las primeras cosas que nos enseñaron en Periodismo fue la importancia de escuchar a las distintas partes en una noticia. A veces es complicado dar con los implicados y es la hora de cierre, otras ni siquiera quieren hablar, pero hay que intentarlo.
Buceando en la hemeroteca seguro que encuentro alguna historia en la que no fui tan buen profesional como debía, pero guardo también en la memoria no pocas informaciones críticas con determinadas formaciones políticas en la que siempre pude contar con su versión. Cuando estaba a ese lado de la noticia valoraba especialmente aquellas oficinas de prensa que estaban disponibles para los periodistas, que eran transparentes y te ayudaban en tu trabajo sin mirar el color de tu medio ni penalizarte por historias pasadas. Con las cautelas evidentes, desde que estoy en el Arzobispado es lo que hago. A raíz de las informaciones sobre la exhumación de Franco, mi número de móvil lo deben de tener guardado en todas las redacciones de España; algún día he llegado a atender a más de 40 periodistas. Por eso siento sorpresa e incluso cierta pena cuando me topo con artículos que afectan a la Iglesia de Madrid en los que el periodista ni siquiera amagó con recabar nuestra postura.
Hace unas semanas, cuando una joven y su hija iban a ser desahuciadas en Vallecas, la plataforma antidesahucios del barrio denunció que quien estaba echándolas del piso era la parroquia. En su comunicado afirmaba que la iglesia había mediado para que consiguiera la casa y que «el edificio entero en el que vive parece estar gestionado por la mismísima parroquia». Y claro, la noticia de que «una parroquia de Vallecas quiere desahuciar a una mujer y a su hija de seis años» corrió como la pólvora. Muchos medios dieron por buena la historia sin molestarse en llamar al templo o al Arzobispado. Si lo hubieran hecho, la realidad les hubiera estropeado un titular que, sin lugar a dudas, resulta llamativo e indignante. La parroquia –que tiene un comedor social y está volcada en la atención a los vecinos más vulnerables– había ayudado a la chica años atrás pero, como explicó en un comunicado, «no es propietaria del edificio ni de ningún piso del mismo, ni actúa como intermediario de esa propiedad ni de ninguna otra». Habría bastado una llamada para comprobarlo. Una sola llamada.
Duele que algún periodista no recuerde lo que debió aprender en la facultad al abordar los desahucios, un tema con el que el Arzobispado de Madrid está especialmente preocupado. Es más, en diciembre, entidades y organizaciones de la Iglesia católica al amparo de la Vicaría de Pastoral Social e Innovación, junto con Cáritas Madrid, Justicia y Paz y la Mesa por la Hospitalidad, mandaron una carta a las autoridades en la que solicitaban que se impidan los desahucios de personas vulnerables y se promuevan viviendas sociales, y están manteniendo contactos a distintos niveles para avanzar en esta línea. Esto quizá da menos clics y genera menos comentarios. La verdad no siempre vende, pero nadie me enseñó que el Periodismo fuera solo de vender.