No tengas miedo a los medios: 8 consejos para dar entrevistas
Rodrigo Pinedo da 8 consejos para trabajar una entrevista con la ayuda del Papa Francisco -y de la experiencia-
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Ya en 1967, el Papa san Pablo VI mostraba su aprecio por «la contribución que la prensa, el cine, la radio, la televisión y los demás instrumentos de comunicación social ofrecen para el incremento de la cultura, la divulgación de las expresiones artísticas, la distensión de los ánimos, el mutuo conocimiento y comprensión entre los pueblos, y también la difusión del mensaje evangélico». Lo hacía en su mensaje para la I Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que el pasado domingo, fiesta de la Ascensión, alcanzó su LII edición.
Como permanentemente recuerda el Papa Francisco, los cristianos no podemos quedarnos agazapados, encerrados en nuestras propias comunidades, sino que, por definición, debemos ser misioneros y salir a los caminos reales por los que transitan los hombres de nuestro tiempo para compartir la Buena Noticia. Los medios de comunicación pueden y deben ser nuestros aliados en esta búsqueda del otro. Cuando llamen a nuestra puerta, solicitando una entrevista por ejemplo, no demos la callada por respuesta ni lancemos cualquier excusa para negarnos a hablar. Siempre hay oportunidad de llegar a alguien más, ¿y si concedes esa entrevista?
1. Analiza cada petición sin prejuicios. Hay que atender a todo periodista que solicite una entrevista (dejamos los off the record para otra ocasión) y valorar la conveniencia de esta, con independencia de si el medio es más o menos cercano. Hay que tener en cuenta si es prensa escrita, radio o tele, si la entrevista sería en estilo directo o indirecto, si iría acompañada de otras voces, si se emitiría en directo o editada… y acotar qué temas se abordarían.
Siempre debes plantearte si hay algo que decir sobre ese tema concreto, si es oportuno en este momento o solo va a servir para echar más leña al fuego, y, en el caso de entrevistas de actualidad más amplias, si interesa que se escuche tu voz (o la de tu institución) y que se conozca tu visión del mundo. Está claro que hay asuntos o lugares que van a requerir mayor preparación y más cautelas, pero quizá te permitan llegar a personas que, de otra forma, no conocerían tu postura sin intermediarios.
2. Prepara el contenido de la entrevista. Aunque domines el tema del que vas a hablar, siempre es bueno plantearse qué ideas clave quieres transmitir y pedir a algún conocido que, al hilo de tus afirmaciones, te plantee preguntas que le surgen. Si la entrevista es más amplia, estudia qué temas ocupan los titulares de los medios esos días y piensa qué podrías aportar al abordarlos.
3. Escoge tus mensajes. ¿Con qué idea te gustaría que se quedará una persona de a pie después de oírte? Lleva en la cabeza mensajes concretos, sobre todo para cuestiones que puedan ser más polémicas o en las que los matices son importantes.
4. No des pie a entrecomillados maliciosos. Evita los circunloquios y extenderte demasiado en las respuestas, usa solo las palabras necesarias. Cuantas más vueltas des a una idea, más fácil es que alguna frase se pueda sacar de contexto y dar lugar a equívocos.
5. Recurre a ejemplos personales. Las historias en primera persona humanizan las respuestas y, en muchas ocasiones, permiten ganarse la simpatía del lector, oyente o espectador. Sin pretender tener una anécdota para todo y acabar convertido en una caricatura, hay determinadas cuestiones que se entienden mucho mejor si las explicas desde tu propia experiencia.
6. Busca puntos de encuentro. Aun en medio de los temas más polémicos, se pueden buscar puntos en común para rebajar la tensión y construir desde ahí. En un debate sobre la eutanasia, por ejemplo, el cristiano debe reivindicar el valor de la vida, pero ¿no puede plantear como premisa de partida que es terrible que alguien quiera acabar con su vida y que quizá lo primero es trabajar en paliativos para que menos personas se vean en esa situación?
7. No pierdas los nervios nunca. A veces se puede torcer la entrevista y puedes sentirte incómodo por las preguntas y repreguntas que el periodista está haciendo. Antes de soltar un bufido o levantarte y abandonar la sala, recuerda en qué términos se cerró la entrevista. Si efectivamente no tiene nada que ver con lo que había planteado, amablemente trasládaselo y declina contestar aquellas cuestiones que no tengan que ver. Si el periodista simplemente está haciendo su trabajo, recuerda los pasos anteriores e intenta que la entrevista avance a terrenos más amables.
8. Repasa tus entrevistas. Hay entrevistas de las que saldrás más satisfecho; otras serán un desastre. Reléelas o vuélvelas a escuchar para analizar qué has hecho bien y dónde te has equivocado. Aunque suene manido, una mala experiencia es una oportunidad para mejorar. Que no se instale en ti el miedo.