El regalo del Misterio al Rey de Reyes en la iglesia de San Ginés

El rey Carlos III manda construir este auténtico belén real, que guarda la iglesia de San Ginés en Madrid

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Javier González

Publicado el - Actualizado

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La plaza del Sol está abarrotada. Dentro de pocos días, se terminará el año en esta plaza y en el resto de España. Con los décimos de Doña Manolita de banda sonora, escolatado por las luces de los escaparates y bajo los adornos de Navidad, la calle Arenal baja hacia Callao con un ambiente que no puede ser otro, que el de la Navidad.

Pero es en el número 13, donde se levanta imponente la iglesia de San Ginés de Arlés. San Ginés es casi más conocido en Madrid por el chocolate con churros de fin de año que por quién es en realidad, un mártir cristiano del siglo IV. Sí, de cuando en la Navidad no había luces ni Lotería.

Puede pasar inadvertida -o no- con tanto ir y venir de personas, tiendas y coches de policía, pero este templo guarda durante este tiempo, un Misterio muy especial. Nada más entrar, a la derecha del altar, decenas de personas desenvainan sus smartphones para fotografiar el gran Belén de la parroquia de San Ginés.

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Entrevista al sacristán José Felix de la iglesia de San Ginés

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Un belén real

Grande sin duda por sus figuras, prácticamente a tamaño real y de un detalle que no deja indiferente a nadie. Pero sobretodo grande por la historia que tiene este Misterio que hizo construir el rey Carlos III. Cuando todavía no existía en España la tradición, el monarca español proveniente de Nápoles, ordena la creación de este Belén hayá por el siglo XVIII, con el fin de rendir culto al Rey de Reyes... y así nació la Gran Epifanía Real.

No es, sin duda, un belén al uso. Los Reyes Magos en esta Natividad no son los únicos pertenecientes a la realeza en la escena, María y José aparecen vestidos como auténticos padres del Rey del Universo. Este, a pesar de no estar presente hasta el día de su nacimiento, porta en la mano un orbe que representa el mundo.

Telas reales, ornamentos con metales preciosos, manjares de España, naranjas, granadas y hasta un roscón de reyes. Un regalo a la altura de un rey de España, para el verdadero Rey de nosotros. Pero lo que es más importante, para un Niño y un Padre, que de hecho contempla este Belén -bastante alejado de aquella escena humilde y rodeada de pobreza que se produjo hace 2.000 años- a escasos metros de distancia. A la izquierda del altar, encerrado en una pequeña cajita... esperándote.

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