ENCUENTRO ECUMÉNICO EN GINEBRA
Francisco: " La misión nos exige ser discípulos y misioneros"
Prosigue la agenda del Papa en Ginebra para conmemorar el 70 aniversario de la Fundación del Consejo Mundial de las Iglesias. Por la mañana el Pontífcie habái mantenido una oración ecuménica donde había pedido seguir tras los pasos del Espíritu. En su discurso, el Pontífice agradeció por la amable acogida que recibió en Ginebra y por la invitación para celebrar el 70º aniversario de la institución del Consejo Ecuménico de las Iglesias.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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“En la Biblia, setenta años evocan un período de tiempo cumplido, signo de la bendición de Dios – señaló el Papa – pero setenta es también un número que hace aflorar en la mente dos célebres pasajes evangélicos. En el primero, el Señor nos ha mandado perdonarnos no siete, sino «hasta setenta veces siete» (Mt 18,22). El número no se refiere desde luego a un concepto cuantitativo – explicó el Santo Padre – sino que abre un horizonte cualitativo: no mide la justicia, sino que inaugura el criterio de una caridad sin medida, capaz de perdonar sin límites”.
Somos los depositarios de la fe, de la caridad, de la esperanza de tantos que, con la fuerza inerme del Evangelio, han tenido la valentía de cambiar la dirección de la historia, precisó el Papa Francisco, esa historia que nos había llevado a desconfiar los unos de los otros y a distanciarnos recíprocamente, cediendo a la diabólica espiral de continuas fragmentaciones. “Gracias al Espíritu Santo, inspirador y guía del ecumenismo – alentó el Pontífice – la dirección ha cambiado y se ha trazado de manera indeleble un camino nuevo y antiguo a la vez: el camino de la comunión reconciliada, hacia la manifestación visible de esa fraternidad que ya une a los creyentes”.
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El número setenta ofrece en el Evangelio un segundo punto de reflexión, puntualizó el Santo Padre y se refiere a los discípulos que Jesús envió a la misión durante su ministerio público y cuya memoria se celebra en el Oriente cristiano. El número de estos discípulos remite a las naciones conocidas, enumeradas al comienzo de la Escritura (cf. Gn 10).
¿Qué nos sugiere esto? Que la misión está dirigida a todos los pueblos y que cada discípulo, por ser tal, afirmó el Papa, debe convertirse en apóstol, en misionero. El Consejo Ecuménico de las Iglesias ha nacido como un instrumento de aquel movimiento ecuménico suscitado por una fuerte llamada a la misión: ¿cómo pueden los cristianos evangelizar si están divididos entre ellos? Esta apremiante pregunta es la que dirige también hoy nuestro caminar y traduce la oración del Señor a estar unidos «para que el mundo crea».