El Papa Francisco desde Bulgaria: "Si nos guiamos por su amor, Dios hace de nuestras vidas obras de arte"

"Dios nos recuerda tres realidades estupendas que marcan nuestra vida de discípulos: Dios llama, Dios sorprende, Dios ama", dijo el Pontífice 

El Papa Francisco desde Bulgaria: "Si nos guiamos por su amor, hace de nuestras vidas obras de arte"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Papa, durante su visita a Sofía (Bulgaria), afirmó que Dios nos envía a contagiar, “recordándonos tres realidades estupendas que marcan nuestra vida de discípulos: Dios llama, Dios sorprende, Dios ama”.

“En el fracaso de Pedro, llega Jesús, comienza de nuevo, con paciencia sale a su encuentro y le dice: “Simón”. Era el nombre de la primera llamada”. Así se refería el Papa Francisco a este momento, y añadía: “Jesús no espera encontrarse con personas sin problemas, sin desilusiones, pecados o limitaciones. Él mismo enfrentó el pecado y la desilusión para ir al encuentro de todo viviente e invitarlo a caminar”. En esta línea, su Santidad aseguraba que “todas las mañanas nos busca allí donde estamos y nos invita a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el cielo, no para la tierra; para alturas de la vida, no para las bajezas de su muerte”.

Dios nos sorprende. Esa es la segunda realidad que trata el Papa Francisco: “Es el Señor de las sorpresas que no sólo invita a sorprenderse sino a realizar cosas sorprendentes. Por ello les propone algo insólito, poniéndonos en movimiento y lanzándonos nuevamente a arriesgar”. El Papa insistió en que Jesús es “el Señor de las sorpresas que rompe los encierros paralizantes, devolviendo la audacia capaz de superar la sospecha, la desconfianza y el temor que se esconden detrás del “siempre se hizo así”.

La tercera certeza es que Dios ama. “Por eso pide a Pedro y nos pide a nosotros que sintonicemos con su mismo lenguaje: "¿Me amas?". Pedro acoge la invitación y, después de tanto tiempo pasado con Jesús, comprende que amar quiere decir dejar de estar en el centro”. Pedro, descentrado “se reconoce frágil, comprende que no puede seguir adelante sólo con sus fuerzas. Y se funda en el Señor, en la fuerza de su amor, hasta el extremo”.

Después, el Papa cuestionó al auditorio por las dificultades que tenemos para experimentar a Dios como amor, pues damos testimonio de un Dios lejano al amor. E insistió: “He aquí el milagro de Dios que, si nos dejamos guiar por su amor, hace de nuestras vidas obras de arte”.

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