El Papa llama a tender puentes en su primer discurso en Marruecos

Francisco ha hecho un llamamiento al diálogo y también ha tenido un recuerdo para los inmigrantes

Pope Francis visits Morocco

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Papa ha pronunciado su primer discurso en tierras marroquíes y ha comenzado agradeciendo al rey marroquí, Mohammed VI "su gentil invitación y calurosa acogida que me ha dispensado en nombre de todo el pueblo marroquí".

Francisco ha recordado también "el histórico encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kamil. Aquel acontecimiento profético manifiesta que la valentía del encuentro y de la mano tendida son un camino de paz y de armonía para la humanidad, allí donde el extremismo y el odio son factores de división y destrucción".

El Santo Padre ha insistido en la necesidad de tender puentes entre África y Europa: "deseo insistir en la necesidad de unir nuestros esfuerzos para dar un nuevo impulso a la construcción de un mundo más solidario, más comprometido en el empeño honesto, valiente e indispensable por un diálogo que respete las riquezas y particularidades de cada pueblo y de cada persona".

Un llamamiento a abrir la sociedad al diálogo: "Por tanto, para participar en la edificación de una sociedad abierta, plural y solidaria, es esencial desarrollar y asumir constantemente y sin flaquear la cultura del diálogo como el camino a seguir; la colaboración, como conducta; el conocimiento recíproco, como método y criterio".

El único rumbo a trazar si se quiere acabar con la violencia fundamentalista: "Este es el camino que estamos llamados a recorrer sin cansarnos nunca, para ayudarnos a superar juntos las tensiones y las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones; y así abrir el camino a un espíritu de colaboración fructífera y respetuosa. En efecto, es indispensable oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes, teniendo como referencias inestimables de nuestro actuar los valores que nos son comunes".

Como ha recordado el Papa, muchas cosas son las que unen a cristianos y musulmanes: "Ciertamente, y en el respeto de nuestras diferencias, la fe en Dios nos lleva a reconocer la eminente dignidad de todo ser humano, como también sus derechos inalienables. Nosotros creemos que Dios ha creado los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad, y que los ha llamado a vivir como hermanos y a difundir los valores del bien, de la caridad y de la paz. Por esa razón, la libertad de conciencia y la libertad religiosa —que no se limita solo a la libertad de culto, sino a permitir que cada uno viva según la propia convicción religiosa— están inseparablemente unidas a la dignidad humana. Con este espíritu, es necesario que pasemos siempre de la simple tolerancia al respeto y a la estima de los demás. Porque se trata de descubrir y aceptar al otro en la peculiaridad de su fe y enriquecerse mutuamente con la diferencia, en una relación marcada por la benevolencia y la búsqueda de lo que podemos hacer juntos".

Así ha incidido Francisco en la necesidad de tender puentes: "Y me alegro que ella haya permitido condenar cualquier uso instrumental de una religión para discriminar o agredir a las otras, evidenciando la necesidad de ir más allá del concepto de minoría religiosa en favor de aquel de ciudadanía y de reconocimiento del valor de la persona, que debe poseer un carácter central en todo ordenamiento jurídico. También considero un gesto profético la creación del Instituto Ecuménico Al Mowafaqa, en Rabat, en el año 2012, por iniciativa católica y protestante en Marruecos, Instituto que quiere contribuir a la promoción del ecumenismo, como también del diálogo con la cultura y con el Islam. Esta loable iniciativa expresa la preocupación y la voluntad de los cristianos que viven en este país en construir puentes que manifiesten y sirvan a la fraternidad humana".

El Papa también se ha referido al drama de la inmigración, y a los miles de personas que mueren cada semana ahogadas en las aguas del Mediterráneo."Espero que Marruecos, que con gran disponibilidad y exquisita hospitalidad acogió esa Conferencia, quiera continuar siendo, en la comunidad internacional, un ejemplo de humanidad para los migrantes y los refugiados, de manera que puedan ser, aquí, como en cualquier otro lugar, acogidos y protegidos con humanidad, se promueva su situación y sean integrados con dignidad. Que, cuando las condiciones lo permitan, puedan decidir regresar a casa en condiciones de seguridad, que respeten su dignidad y sus derechos. Se trata de un fenómeno que nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia a cuantos aspiran a una legítima mejora para sí mismos y para sus familias".

Y ha lanzado un mensaje también a los cristianos que viven en el país marroquí: "Los cristianos se alegran por el lugar que les han hecho en la sociedad marroquí. Ellos quieren contribuir en la edificación de una nación solidaria y próspera, teniendo como preocupación el bien común del pueblo. Desde este punto de vista, me parece significativo el compromiso de la Iglesia Católica en Marruecos, en sus obras sociales y en el campo de la educación a través de sus escuelas abiertas a los estudiantes de cualquier confesión, religión y origen. Por eso, mientras doy gracias a Dios por el camino realizado, permitidme animar a los católicos y cristianos a ser aquí, en Marruecos, servidores, promotores y defensores de la fraternidad humana".

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