El Papa, a los sacerdotes: "Déjense lavar los pies"
"Sean grandes perdonadores", les he dicho el Santo Padre en la homilía de la Misa de la Cena del Señor
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
El Papa Francisco ha celebrado este Jueves Santo la Santa Misa en la Basílica Vaticana. Una Misa inusual debido a la pandemia, pero en la que se han repetido tres palabras: eucaristía, servicio y unción
Eucaristía, servicio, unción
El Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía, y nosotros nos convertimos siempre en sagrarios del Señor: llevamos al Señor con nosotros hasta el punto de que él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre, no entraremos en el Reino de los Cielos. Misterio, esto del pan y el vino, del Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros.
El servicio: ese gesto que es una condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, sí, a todos. Pero el Señor, en ese intercambio de palabras que tuvo con Pedro, le hace entender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva, que sea el Siervo de Dios siervo de nosotros. Y esto es difícil de entender. Si no dejo que el Señor sea mi siervo, que el Señor me lave, me haga crecer, me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos.
Y el sacerdocio. Hoy quisiera estar cerca de los sacerdotes, de todos los sacerdotes, desde el más reciente ordenado hasta el Papa: todos somos sacerdotes. Obispos, todos... Somos ungidos, ungidos por el Señor; ungidos para hacer la Eucaristía, ungidos para servir.
Los santos de al lado
El Papa no ha presidido la mañana de este Jueves Santo la Misa Crismal con los sacerdotes de Roma, pero espera poder celebrarla “antes de Pentecostés” porque de lo contrario “debemos posponerla hasta el año que viene”. Sin embargo, ha dicho que no puede "dejar pasar esta Misa sin recordar a los sacerdotes”: sacerdotes que ofrecen sus vidas por el Señor, sacerdotes que son servidores.
Sacerdotes anónimos y buenos
Los sacerdotes anónimos, los curas del campo que son párrocos en cuatro, cinco, siete pueblos, en las montañas, y van de uno a otro, que conocen a la gente... Una vez, uno de ellos me dijo que sabía el nombre de toda la gente de los pueblos. "¿En serio?" Le dije. Y dijo: "Incluso el nombre de los perros". Conocen toda la proximidad sacerdotal: bien. Buenos sacerdotes.
Sacerdotes calumniados y pecadores
El Santo Padre lleva consigo a los sacerdotes calumniados que muchas veces no pueden salir a la calle porque les dicen cosas malas en referencia “al drama del descubrimiento de los sacerdotes que han hecho cosas malas”: “Algunos me dijeron que no pueden salir con el collar clerical porque los insultan, y ellos siguen”.
Lleva también al altar a los sacerdotes pecadores, “que junto con los obispos y al Papa pecador” no se olvidan de “pedir perdón” y “aprenden a perdonar”.
No sean tercos como Pedro
Hoy todos ustedes hermanos sacerdotes, están conmigo en el altar, ustedes, consagrados. Sólo les digo una cosa: no sean tercos como Pedro. Déjense lavar los pies. El Señor es su siervo, Él está cerca de ustedes para darles fuerza, para lavarles los pies.
Generosidad en el perdón
Concluyendo la homilía, el Pontífice ha exhortado a los sacerdotes a ser “grandes perdonadores”:
Perdonen. Corazón grande de generosidad en el perdón. Es la medida con la que seremos medidos. Como has perdonado, serás perdonado: la misma medida. No tengan miedo de perdonar. A veces tenemos dudas: miren a Cristo. Allí está el perdón para todos. Sean valientes. Incluso arriesgando en el perdonar, para consolar. Y si no pueden dar un perdón sacramental en ese momento, al menos den el consuelo de un hermano que acompaña y deja la puerta abierta para que vuelva.
Por último, la gratitud a Dios padre por la gracia del sacerdocio y el recordatorio a cada uno de ellos: Jesús los ama. Sólo pide que ustedes se dejen lavar los pies.