Día del Seminario 2018
10 preguntas que alguna vez te has hecho sobre el seminario
Con motivo del Día del Seminario, que este año se celebra el 18 de marzo -el domingo más cercano a la Solemnidad de San José- en COPE te acercamos a conocer estas instituciones
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Seguro que alguna vez has tenido dudas sobre el seminario. ¿Qué es? ¿Qué se estudia allí? ¿Puede acceder cualquiera? Quizá nunca has tenido a quién preguntarle todo esto. O sí, pero no se lo has preguntado. En cualquier caso, vamos a resolver estas cuestiones con ayuda de Pablo Ormazábal, rector del Seminario Diocesano de Alcalá de Henares.
Los seminarios son instituciones eclesiásticas que se dedican a educar y formar a los futuros sacerdotes. Son casas en las que conviven los seminaristas y en las que pasan sus ratos de oración, de estudio y de ocio.
Pablo Ormazábal cita a San Juan Pablo II para describir el seminario: “es un lugar donde se revive la experiencia que vivieron los apóstoles durante la vida pública de Jesús, en la que los fue formando hasta Pentecostés para la vida apostólica”.
A grandes rasgos, podríamos decir que existen dos tipos: los seminarios menores y seminarios mayores. Los menores se encargan de la formación de adolescentes “que dan signos de vocación y que manifiestan que quieren ser sacerdotes”, explica Ormazábal, mientras que los seminarios mayores “están dedicados a las personas adultas que se preparan para el sacerdocio”.
Dentro de los seminarios mayores, hay algunos con características especiales como, por ejemplo, los seminarios misioneros Redemptoris Mater, que preparan a personas con un “matiz vocacional de misionero”.
Y dentro de los seminarios menores, hay diferentes versiones. Hay algunos que sólo son casas de convivencia, en los que los niños van a colegios externos. “Pero hay diócesis en las que tienen un colegio que también es seminario, aunque no todos los alumnos del colegio son seminaristas” explica el rector del Seminario de Alcalá. “Incluso hay una modalidad que es el ‘seminario menor en familia’, en el que los niños viven con sus padres y, de vez en cuando, tienen encuentros con los formadores del seminario”, apunta.
No. Además de los seminarios diocesanos, los institutos religiosos que incluyen en su carisma el ministerio sacerdotal “tienen sus propios itinerarios, que están unidos a la formación que reciben como religiosos”, apunta el rector del Seminario de Alcalá.
Como hemos dicho, los jóvenes que se preparan al sacerdocio viven en común en el seminario mayor. Al pasar 24 horas juntos, los seminaristas reciben una formación integral y aprenden más cosas además de los estudios propiamente eclesiásticos. Allí, un día cualquiera se estructura alrededor de cuatro ejes, tal y como nos explica Pablo Ormazábal: “En primer lugar, la oración. Después, el estudio. En algunos seminarios, los seminaristas reciben las clases en el propio seminario, y en otros, acuden cada día a una universidad, como en nuestro caso, que acuden a la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid”.
Pero hay más: “Además de la oración y el estudio, está la vida de convivencia fraterna: el trabajo manual, el cuidado de la casa -fregar, preparar la mesa, cuidar del jardín, arreglar los pequeños desperfectos… Y por último, podríamos decir que hay una cuarta pata que es la lúdica, la del entretenimiento, el deporte y las actividades culturales”, señala el rector del Seminario de Alcalá.
Los seminaristas estudian dos años de Filosofía y tres de Teología, que les da el título de Bachiller en Teología. “Esos son los estudios básicos para poderte ordenar sacerdote”, explica Ormazábal, que además asegura que “los estudios de los sacerdotes tienen reconocimiento civil. Todos los títulos los expide siempre una universidad. Incluso en el caso de los seminarios que tienen centro de estudios propio y no mandan a sus seminaristas a la universidad, ese centro está afiliado a una universidad”.
En líneas generales, un candidato al sacerdocio pasa siete años en el seminario. “Los seminaristas hacen un primer año llamado ‘propedéutico’, en el que reciben una formación básica, no sólo para los estudios que van a recibir después de Filosofía y Teología, sino para toda la formación que van a recibir en el seminario”, explica Pablo Ormazábal. Después, vienen los cinco años de estudios de Filosofía y Teología y el último año de etapa pastoral, “normalmente en una parroquia”, nos cuenta el rector del Seminario de Alcalá.
“Ahora, la formación no se divide por años académicos sino por etapas de formación”, afirma Pablo Ormazábal. “Son cuatro etapas: la etapa propedéutica, que se equipara con ese primer año de formación básica; la etapa discipular, que coincide más o menos con los dos años de estudios de Filosofía; la configurativa, que suele corresponder con los tres años de estudio de Teología y la etapa pastoral, que suele pasarse, como decíamos, en una parroquia, y que suele coincidir con el ejercicio del diaconado”.
Los seminaristas, antes de ser sacerdotes, son ordenados diáconos. “Es el primer paso para el sacramento del Orden Sacerdotal. Tienen como ministerio propio la predicación de la Palabra de Dios, el servicio en el altar y el ejercicio de la caridad. Pueden celebrar los sacramentos del Bautismo, asisten a los Matrimonios, son ministros ordinarios de la comunión…” explica Pablo Ormazábal.
“Cuesta mucho”, asegura el rector del Seminario de Alcalá entre risas. “La mayor parte del coste se sufraga a través de donativos, becas… Y una partida del presupuesto de la diócesis. A los seminaristas se les exige una pequeña contribución, que no llega ni siquiera a la mitad del coste real de su formación, para que también ellos valoren lo que supone para la Iglesia formarles y, sobre todo, para que valoren el sacrificio silencioso de muchas personas que se quitan de sus propios bienes para ayudarles en su formación y el esfuerzo de sus parroquias de origen, que en muchos casos también ayudan”.
“Es verdad que el seminario es deficitario, económicamente hablando, pero en realidad es una inversión. Por la importancia que tiene el ministerio sacerdotal, no es una inversión a fondo perdido. Podríamos decir que es una inversión en recursos humanos, porque va a formar a los futuros pastores de la Iglesia” asegura Pablo Ormazábal.
“El primer y fundamental requisito es que Dios te llame”, explica el rector del Seminario de Alcalá, que también dice que el segundo requisito es “que uno quiera responder a la llamada de Dios”. Obviamente, hay que ser varón para poder recibir el sacramento del Orden Sacerdotal. En cuanto a la edad, “para entrar en el seminario menor hay que tener como mínimo 12 años” y abarca toda la formación hasta el Bachillerato.
“Y para entrar en el seminario mayor hay que ser mayor de edad, tener 18 años. Por arriba, en principio no hay límite, pero tampoco es habitual que entre una persona muy mayor en el seminario. Habría que ver cuál ha sido su vida y ver qué tipo de formación puede ir recibiendo, porque no es fácil”.
“El primer paso es hablar con el párroco o el sacerdote de referencia, de tal forma que cuando una persona llame a la puerta del seminario venga, por decirlo de alguna forma, respaldada, acompañada por otro sacerdote”, asegura el rector del Seminario de Alcalá. “De esta forma, puede ayudarle para ver si lo que está percibiendo realmente es una llamada del Señor o es otra cosa. Ese es el primer paso. Luego ya, una vez que más o menos uno ve, se llama a la puerta del seminario".
Pero no se entra directamente al seminario. “Normalmente hay un año previo donde nos vamos viendo de vez en cuando. Le vamos acompañando y poniendo una serie de bases para preparar su entrada al seminario”. Y es que entrar al seminario no es fácil. “Implica dejar muchas cosas. Requiere una dedicación completa. Del tiempo y de la vida. Uno tiene que entender lo que Dios le pide y quererlo”, concluye el rector del Seminario de Alcalá.