Claret: modelo de evangelizador, siempre actual (24 octubre, memoria litúrgica)
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Claret: modelo de evangelizador, siempre actual (24 octubre, memoria litúrgica), por Jesús de las Heras Muela
"Un hijo del Inmaculado Corazón de María -esto es, un cristiano que quiere serlo en plenitud- es un hombre que arde caridad y que abrasa por dónde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra, se goza en las privaciones, aborda los trabajos, abraza los sacrificios, se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas".
San Antonio María Claret fue un magnífico pastor -sacerdote y obispo-, un gran formador de pastores y de misioneros, un excelente reformador de la vida religiosa, un ardiente predicador, un espléndido y creativo catequista, un incansable promotor vocacional, apóstol de élites -fue confesor de la Reina Isabel II– y hombre del pueblo. Los trazos de su retrato espiritual sobresale su amor a Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia y su intensa devoción mariana. Fue persona de verbo encendido y de pluma ágil.
Autor de cerca de un centenar de obras propias (15 libros y 81 opúsculos), tanto en castellano como en catalán, escribió "Camino recto y seguro para llegar al cielo" (1846), "Catecismo de la Doctrina Cristiana" (1848) y de otros muchos títulos, todos ellos de carácter pastoral y espiritual. Del "Catecismo" se han hecho 185 ediciones, con más de cuatro millones de libros vendidos, y "Camino recto" es, después de la Biblia, uno de los libros de los que se han hecho más ediciones en catalán.
La popularidad de Claret queda también de manifiesto en las instituciones que lo tienen por patrono: los tejedores, la Real Academia de Bellas Artes de Barcelona, las Cajas de Ahorro y algunas ramas de Formación Profesional. Otro dato significativo de su vocación evangelizadora y de su dimensión interdisciplinar y abierta a la realidad es la fundación por él llevada a cabo en 1858 de la Academia de San Miguel, en la que pretendía agrupar las fuerzas vivas de las artes plásticas, el periodismo y las organizaciones católicos de escritores, artistas y propagandistas. Fue Claret un hombre de diálogo entre fe y la cultura, un precursor de la pastoral de Medios de Comunicación y un pastor siempre atento a las fronteras de la evangelización.
El sacerdote
Antonio Claret, hijo quinto del matrimonio compuesto por Juan Claret y Josefa Clará, nació en Sallent de Llobregat (Barcelona) el 23 de diciembre de 1807 y falleció, en el destierro, en la abadía francesa de Fontfroide (Narbona) el 24 de octubre de 1870.
A los 12 años comenzó a trabajar en el telar de su padre. Cinco años después realizó estudios en la Escuela Comercial de la Lonja de Barcelona con idea de ser ingeniero textil. En el albor de la juventud sintió la vocación sacerdotal y, con 22 años, tras dudar si hacerse cartujo, ingresa en el seminario de Vic. En 1835, el 13 de junio, es ordenado sacerdote en Solsona y celebra su primera misa en Sallent.
En 1839 marcha a Roma con idea de estudiar en la Congregación de Propaganda Fide y convertirse en misionero. Allí considera hacerse jesuita. Pero, un año después, por motivos de salud, regresa a Cataluña. Es nombrado párroco de Viladrau, y de 1843 a 1847 se dedica a las misiones populares, recorriendo más de 150 localidades. Funda en Barcelona la librería "Claret". Marcha a Canarias como misionero popular entre 1847 y 1848. A punto está de producirse su nombramiento como obispo de Canarias.
En 1849 regresa a Vic. El 16 de julio de aquel mismo año funda la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Le acompañaron entonces los sacerdotes Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet. Tres meses después, en octubre de 1849, es nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, a donde se traslada un año después.
El obispo
Tras recibir, en 1850, la consagración episcopal en la catedral de Vic, viaja a Cuba. En el extremo oriental de la isla, en la archidiócesis primada de Santiago, realiza un magnífico trabajo evangelizador durante seis años. Organiza la Iglesia local, lucha contra la esclavitud, crea granjas-escuelas para niños sin techo, promueve cajas de ahorro de carácter social, predica la igualdad entre blancos y negros y predica sin cesar…
En 1855, el día 27 de agosto, junto a la madre María Antonia París, funda las Religiosas de María Inmaculada o Misioneras Claretianas. En 1856 sufre en Holguín un atentado, el más grave de los que fue objeto. Claret siempre creyó que había salvado su vida gracias a la intercesión de la Virgen. El atentado tuvo lugar el 1 de febrero, víspera de la festividad de la Presentación del Señor y Purificación de su Santísima Madre.
El confesor real
De 1857 a 1868 será el confesor de la Reina Isabel II. Vive en Madrid y aprovecha los viajes de la Reina para predicar al pueblo, a sacerdotes y a religiosos. Es nombrado también patrón del Real Hospital e Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid. Funda la Academia de san Miguel, ya citada. Es nombrado presidente del patronato del Real Monasterio del Escorial, donde crea un centro espiritual e intelectual de primer rango. Alienta la fundación de bibliotecas populares y parroquiales.
En 1868, al estallar en España la revolución que destronaba a Isabel II, se ve obligado a marchar al exilio, en Francia, junto a la familia real. En 1869 y 1870 participa en el Concilio Vaticano I, donde defiende la infalibilidad del Papa, que será objeto después de definición dogmática.
En Francia vive primero en Prades, en una comunidad claretiana, pero poco después debe refugiarse en la abadía cisterciense de Fontfroide, en el sur del país. Allí fallece el 24 de octubre de 1870. El 25 de febrero de 1934 es declarado beato por el Papa Pío XI y el 7 de mayo de 1950 es proclamado santo por el Papa Pío XII.
Los misioneros claretianos
Su huella permanece viva en la Iglesia a través de la Familia consagrada y laical por él fundada, particularmente en los misioneros claretianos. A ellos legó su carisma evangelizador y sus prioridades centradas en la formación moral, catequética y espiritual, en el diálogo con el mundo y el uso de sus medios de comunicación, en la promoción social y en el compromiso por la justicia.
Actualmente los misioneros claretianos son unos dos mil quinientos religiosos, entre ellos dos cardenal y una veintena de obispos. Los cardenales son el portugués José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, y el español Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela. Obispos españoles claretianos son los españoles Luis Ángel de las Heras Berzal, obispo de Mondoñedo-Ferro, y el popular Pedro Casaldáliga, ya jubilado. También es de origen español el obispo en Honduras Ángel Garachana, actual presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras. Hay cerca de quinientas comunidades de claretianos en más de sesenta países de toda la Iglesia.
Los sucesores directos de San Antonio María Claret
Desde 2003 a 2015, fue superior general de los misioneros claretianos un español: el catalán José María Abella Batlle. De 1991 a 2003 ocupó este cargo otro español: el vallisoletano Aquilino Bocos Merino. Los doce años previos la Congregación estuvo regida por el argentino Gustavo Fernández. El primer general claretiano no español fue el alemán Peter Scweiger, de 1949 a 1967. Y desde septiembre de 2015 lo es Mathew Vattamattam, de la India.
Esta la relación de los sucesores de San Antonio María Claret como superiores generales de la Congregación:
1850-1858: Esteban Sala.
1858-1899: José Xifré.
1899-1906: Clemente Serra.
1906-1922: Martín Alsina.
1992-1934: Nicolás García.
1934-1937: Felipe Maroto.
1937-1949. Nicolás García.
1949-1967: Peter Scweiger.
1967-1979: Antonio Leghisa.
1979-1991: Gustavo Fernández.
1991-2003: Aquilino Bocos Merino.
2003-2015: José María Abella Batlle.
2015- : Mathew Vattamattam.