Oración, ayuno y limosna, los caminos de la observancia cuaresmal
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El Papa San León Magno, en el siglo V, trazó los tres caminos de la observancia cuaresmal. Desde entonces, siempre que llega este tiempo santo de la cuaresma, se nos invita a recordarlos y a practicarlos. Son la oración, el ayuno y la limosna.
La oración cuaresmal
La cuaresma, como tiempo recio y de honduras religiosas, como constante interpelación a la conversión, encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus escuelas.
La oración cuaresmal debe más frecuente y habitual. Su tonalidad propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de petición. No podemos realizar la renovación cuaresmal sólo con nuestras únicas fuerzas. Es Dios quien nos purifica, nos renueva, nos convierte y nos plenifica.
La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante los cuarenta días de este tiempo.
En este sentido, la oración litúrgica ha de ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.
La oración cuaresmal debe asimismo buscar y desarrollar nuevos espacios oracionales y devocionales. El rezo, antes tan habitual del Vía Crucis, durante, al menos, los viernes de cuaresma, es una praxis que, lejos de haber perdido su vigencia y sentido, debe ser potenciada y recuperada en nuestra Iglesia en medio de una sociedad donde la realidad y el misterio de la cruz siguen presentes y desafiantes.
Otra manera espléndida y siempre fecunda para recorrer este camino cuaresmal de la oración será practicar algún día de retiro o de ejercicios espirituales, que nos llenarán de fuerza, de gracia y de vida, siempre necesarias para todos.
En el silencio sonoro de la oración y ante una diminuta imagen de un Cristo muy llagado, Teresa de Jesús experimentó, en la cuaresma precisamente, la conversión definitiva y santificadora de su vida. Y es que, amigos de la Cope, la oración cuaresmal tampoco puede esperar.
El ayuno cuaresmal
El ayuno es el segundo camino cuaresmal. Se trata del ayuno del hombre viejo, del ayuno del pecado, de la renuncia a los propios caminos para abrazar los caminos de Jesucristo. Se trata de privarnos de algo en favor de alguien necesitado, que podemos nosotros mismos o nuestro prójimo. El ayuno no es, pues, una ejercitación meramente voluntarista o hasta masoquista. Es una opción de purificación y de intercesión.
La vigente normativa eclesiástica de la abstinencia de carne durante todos los viernes de cuaresma y del ayuno el miércoles de ceniza y el viernes santo pueden ayudarnos a recorrer esta segunda vía.
La limosna cuaresmal
Por fin, la limosna, la caridad, la solidaridad es el tercero de los caminos de la cuaresma. ¡Tenemos tantas demandas de justicia para vivir la limosna, la caridad cuaresmales! ¿Podemos los cristianos permanecer indiferentes ante tanto dolor, ante tan tragedia? Nuestra limosna, nuestro ejercicio de caridad y de solidaridad será un espléndido y bien cristiano ejercicio cuaresmal.
(Jesús de las Heras Muela ? Director ECCLESIA)