En Santander La ACdP comienza curso de verano dedicado a Menéndez Pelayo
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En el centenario de su muerte, el excepcional genio de Marcelino Menéndez Pelayo vuelve a cobrar un especial relieve en el panorama de la erudición española. Desde Santander, ciudad natal del pensador cántabro, la Asociación Católica de Propagandistas ha querido aportar su esfuerzo para el conocimiento de su herencia académica. El curso "El legado intelectual de Marcelino Menéndez Pelayo" realiza, desde ayer hasta el 28 de julio en el seminario de Monte Corbán, un completo repaso a la figura histórica, filosófica y filológica del estudioso.
El acto de inauguración contó con la presencia de los propagandistas Luis Sánchez de Movellán, director del curso, Alfredo Alonso, secretario del Centro de Santander, y Leopoldo Seijas Candelas, secretario del Centro de Madrid, quienes destacaron la oportunidad de conocer una figura nunca suficientemente estudiada como es la de Menéndez Pelayo. El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santander, César Torrellas, subrayó las palabras de los propagandistas y agradeció la iniciativa a la Asociación.
En la primera ponencia de estas jornadas se puso de relieve precisamente esta necesidad de esclarecer la verdadera relevancia del santanderino universal. Impartida por el director de la cátedra Menéndez Pelayo en la UIMP y presidente de la Real Sociedad Menéndez Pelayo, Ramón Emilio Mandado Gutiérrez, la conferencia mostró a un Marcelino fuera de tópicos: precoz, impetuoso y dotado de una personalidad acalorada en los debates, pero siempre conservador de las buenas relaciones y la empatía hacia el otro. "Este interés del pensador por conocer opiniones dispares a las suyas ?afirmó Ramón Emilio Mandado- fue lo que le permitió ganarse el respeto de los principales autores de la época, y aleja su figura de sentencias injustamente atribuidas al ensayista, como las de integrista y autoritario".
Su intensa vida social le abrió las puertas de las grandes bibliotecas nobiliarias (entre ellas la perteneciente a la familia Medina Sidonia), mientras que su patente catolicismo y sus desavenencias con importantes políticos de la época le cerró por mucho tiempo el acceso a la posteridad. El curso de verano que la ACdP inició ayer miércoles hace justicia a la persona de Marcelino Menéndez Pelayo, un intelectual esencial para entender las generaciones de estudiosos posteriores y que dirigió su obra a un fin comprometido con una erudición inigualable: la revalorización y reivindicación de la cultura española en momentos de profunda crisis nacional. Una intención, la de Menéndez Pelayo, de la que debemos tomar ejemplo para superar otra crisis, la que ahora, como entonces, amenaza con destruir nuestra identidad cultural.