170 Aniversario de Torres Quevedo
Una de las figuras más emblemáticas del desarrollo científico español. Se trata del ingeniero español más importante de todos los tiempos
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Ya se había escrito todo sobre él cuando me interesé por su persona. Su figura había sido sigilosamente integrada en el discurso historiográfico reinante y políticamente correcto, ese que tiene a gala silenciar al máximo la concurrencia de la Iglesia Católica como institución, o la religiosidad de sus miembros, en el desarrollo científico contemporáneo español. Sólo así podía abrirse paso lo que yo he denominado ya en alguna ocasión ‘leyenda progre’, cuyo mantra fundamental es el de que la Iglesia Católica ha sido la principal y más importante enemiga del desarrollo científico de la España contemporánea. Pero un análisis científico de los hechos no da para tanto, al menos en la vida de don Leonardo.
Leonardo Torres-Quevedo (1852-1936) fue el ingeniero español más importante de todos los tiempos. Inventó el mando a distancia (que llamó telekino), el ordenador personal ( que llamó aritmómetro electromecánico), el funicular -uno de los cuales llamado “Spanish Aerocar” todavía funciona hoy sobre las Catarátas del Niágara (en la foto)-, inventó el ajedrecista automático... y profesó la fé católica. Probablemente por todo ello el Centro de Tecnologías Físicas del CSIC lleva su nombre. Construyó los primeros dirigibles españoles, un mágnetógrafo para Gonzalo Brañas, un espectrógrafo de rayos X para Blas Cabrera, varios microtomos para Santiago Ramón y Cajal, un telégrafo sistema Dúplex-Hughes para Miguel Santano (ahorrándole al Estado millones de pesetas de la época), un sismógrafo para Eduardo Mier, y un largo etcétera de máquinas e instrumental de laboratorio.
Todo empezó con sus estudios en un colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana: religión en la escuela, o sea. Fue vocal de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), más emblemática institución promotora de la ciencia de la Edad de Plata, creada bajo la monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII, presidida por Cajal, también científico religioso, y por otros católicos fervientes.
Una primera noticia de su convencida catolicidad la encontré en el Padre Jorge Loring SJ, que decía que «en 1976 estuve en Toledo predicando conferencias cuaresmales, y entonces tuve la satisfacción de conocer a Valentina Torres Quevedo , hija del inventor… Ella me dijo que su padre murió como un buen cristiano, como había vivido: comulgaba todos los Primeros Viernes de mes».
«Católico, apostólico y romano hasta la médula»
A partir de aquí fui tirando del hilo. Allá por 2013, y después de mucho buscar, se me ocurrió contactar con la familia de don Leonardo, localizando a una de sus nietas, con la que mantuve una interesante conversación telefónica. A la pregunta ¿Era su abuelo católico? la contestación fue contundente:«católico, apostólico y romano hasta la médula».
Y por fín, tras tanta búsqueda, localicé un texto biográfico sobre Leonardo Torres Quevedo, escrito por Leopoldo Rodriguez Alcalde y publicado por la Institución Cultural de Cantabria y el CSIC (1974), en el que se recogían aspectos de la religiosidad de nuestro personaje. El autor comenta que «es muy grato recorrer un panorama vital como la existencia de un sabio…donde el hombre se manifiesta con las excelsas cualidades que son su mejor atributo de hijo de Dios , y que, como otros varones de ciencia poseyó en altísimo grado D. Leonardo Torres Quevedo…». Continúa «cuando murió D. Luis tocaron a muerto todas las parroquias del valle…una vez terminados sus cursos estudiase dos años en París, en el colegio de los Hermanos de la doctrina Cristiana…El 16 de abril de 1885 se casó con Dña. Luz Polanco y Navarro que fue ideal y devota compañera del ilustre sabio durante cincuenta años de felicísimo matrimonio. La vida de Luz estuvo enteramente consagrada a su marido y sus hijos. Fue persona de grandes virtudes cristianas y gran corazón. El matrimonio tuvo ocho hijos».
Sobre la vida familiar de D. Leonardo dice su biógrafo: «…familia española, recogida, prudente, unida, cumpliendo en el mejor grado aquello de “vivir en paz y en gracia de Dios"». Refiriéndose a la muerte de Torres Quevedo escribe que «acostumbraba a leer el catecismo, como preparándose íntimamente al próximo y tranquilo fin que le aguardaba». Su hija Doña Valentina le dijo en cierta ocasión «Papá, a lo mejor no comprendes del todo los misterios que la fe nos ofrece, como yo tampoco entiendo tus inventos…y respondió cariñosamente “¡Ay hija, es que de Dios a mí hay una distancia infinita!».
Una vez iniciada la Guerra Civil, su hija Luz fue detenida en Madrid por el Ejército del Frente Popular, y hubo de echar mano la familia de que Torres Quevedo era comendador de la Legión de Honor para sacarla de una checa, con intervención de la Embajada de Francia incluída, algo que sin duda le salvó la vida. Pronto moriría don Leonardo, tal y como su propio hijo narra. A pesar de las dificultades de aquellos momentos (persecución religiosa desenfrenada), se le administraron los Santos Sacramentos, y en el instante de recibir la Extremaunción, dos o tres horas antes de fallecer y otro tanto después de haber dejado de hablar, pronunció las siguientes palabras que fueron las últimas de su vida: «Memento homnia, quia pulvis eris et in pulverem reverteris»(Recuerda hombre que polvo eres y al polvo tornarás).
Una muerte desapercibida
Algunos besaron su mano yerta, otros –a pesar de las circunstancias (persecución religiosa desenfrenada)- hincaron la rodilla mientras la famila musitaba preces cristianas. Su muerte pasó prácticamente desapercibida. Pero su recuerdo y su obra perduran.
En la misma obra se recogen unas palabras de Tomás García de Diego sobre Torres Quevedo:
«Pero quizá el dolor es sólo síntoma del alumbramiento de una vida mejor y las tinieblas no tienen detrás la noche inacabable sino un claro y radiante amanecer de una vida mejor y más justa, con cristiana aplicación de las grandes creaciones hechas al servicio de Dios y de los hombres, como las de Leonardo Torres Quevedo, genial inventor y español ejemplar».
Me cupo el inmenso honor de dar noticia documental de la religiosidad de este egregio personaje, a partir de una sucinta mención del padre Loring. Tan pronto como pude dí a conocer todo este material por internet, como se puede comprobar en la Webgrafía y Bibliografía adjunta más abajo, que deja a mi modo de ver en muy mal lugar al referido mantra de la leyenda progre, pues demuestra que el ingeniero español más importante de todos los tiempos fue un fervoroso católico de la Edad de Plata. Por tanto, la Iglesia Católica fue en él promotora de las aplicaciones de la ciencia en la España Contemporánea. Nació hace ahora 170 años, y era de los nuestros. No se trata de sacar pecho, si no de caer en la cuenta de que nos están cambiando el agua con eso de quitar de las biografías la faceta religiosa de los científicos.
CONTRA FACTUM NON VALET ARGUMENTUM
WEBGRAFÍA
Carrascosa, A.V. (2014). Católicos y científicos: Leonardo Torres-Quevedo.
Carrascosa, A.V. (2016). Año Torres Quevedo 2016.
Carrascosa, A.V. (2019). Iglesia católica y ciencia en la España del siglo XX
BIBLIOGRAFÍA
Carrascosa, A.V. (2019). Iglesia Católica y ciencia en la España del Siglo XX. Ed. Bendita María, Madrid.