Carlos Jiménez Díaz
Otro caso de médico católico formado en la Edad de Plata de la ciencia española, cuya religiosidad es desconocida incluso para personas de iglesia
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La creación en 1935 del Instituto de Investigaciones Clínicas y Médicas, y en 1955 de la Clínica de la Concepción, primer centro español que reunió docencia, investigación y atención al paciente, fue llevada a cabo por la misma persona: el Dr. Carlos Jiménez Díaz (1898-1967), católico y científico español de relevancia internacional, cuya labor en pro de la medicina es hoy reconocida tanto como el desconocimiento que hay de que era persona de fe.
Su hermano Mariano reconoció tras su muerte la importancia que para ellos tuvieron los consejos que don Nicasio (cura amigo de la familia) le diera a su padre. Vivió desde niño un ambiente religioso en su familia, que le quedó grabado y practicó hasta su muerte. Revivió con nostalgia la noche de Reyes Magos, y siempre declaró que el día más feliz de su vida fue el día que se casó con su piadosísima mujer. Le tocó vivir una época convulsa, pero su actividad es testimonio de que el trauma de la Guerra Civil no pudo con la ciencia gracias sobre todo a científicos católicos que como el Dr. Jiménez Díaz vivieron en el denominado exilio interior declarándose apolíticos y trabajando, trabajando, trabajando.
A la fatalidad de no haber podido tener hijos respondía: «Gracias a Dios no son indispensables para mi felicidad», algo que choca enormemente con el absurdo derecho al hijo actual, que lleva a mucha gente hoy en día a cometer barbaridades pensando que el hijo es imprescindible para una vida plena.
Enorme labor científica
No fue muy amigo de la vida social de la intelectualidad madrileña de la época, que se realizaba en la Residencia de Estudiantes (que celebró en 2010 su centenario), ocupado como estaba en investigar, trabajar, etc... aunque simpatizara con algunos de los intelectuales que la visitaron.
Acabada la carrera consiguió una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para desplazarse a Alemania, a Berlín, donde trabajó junto a Karl von Noorden, Adolf Strumpell, Otto Lubarsch, Frederick Kraus en aspectos clínicos y anatomopatológicos, y posteriormente a Frackfurt con Paul Michaelis para hacerlo en bioquímica y con Adolf Bickel en medicina experimental.
Recordó siempre como referente a su maestro Ramón y Cajal, y justo es recordarlo en este 2022 tenido como Año Cajal de la Investigación, Premio Nobel de Fisiología o Medicina de orígenes navarros y profunda religiosidad.
A su enorme labor científica (más de 400 artículos, por encima de 140 en revistas de prestigio internacional etc., etc., etc.) se unió su condición de católico expresada en sus cartas. A su mujer, Conchita, durante grave enfermedad, le decía «Dios te puso a mi lado, y he querido responder amándote como un ángel suyo que eres…piensa en lo transitorio que es la vida y pide a Dios que nos reúna pronto…Todo es voluntad de Dios».
Ferviente católico
Sufrió serias dificultades profesionales acabada la guerra por ser tenido como sospechoso de ser comunista católico, y sufrió la depuración franquista, costándole lo suyo recuperar la posibilidad de colegiarse, ejercer la profesión, continuar su labor científica.
En su Pliego de Descargo se encuentran testimonios directos de su fe, como el siguiente: «Mi religiosidad no ha sido nunca ocultada, sino clara y manifiesta en mi vida…, en tiempos en que durante la República determinadas fiestas fueron suprimidas jamás dí una clase en tales días, sino —y de ello pueden dar testimonio mis discípulos— que advertía el día de antes: mañana no hay clase porque es tal fiesta. Nadie puede encontrar verosímil que quien declara y mantiene su catolicismo sea capaz de decirse comunista católico, a menos que se suponga que ha perdido la razón…»
Hablando de su intervención en el intento de profanación de una iglesia en Chamartín refería que «sin embargo pude evitar que se estropeara la iglesia, que se ha conservado bien. Un día que quisieron quemarla hube de hacer frente a aquellos individuos…cuando el jefe comunista profirió unas frases contra las monjas yo le salí al paso diciéndole: quiero que sepa Vd. si lo ignora, que yo soy católico y que no toleraré ni una frase que pueda ofender a mis creencias (quien haya conocido el Madrid rojo sabe si esta afirmación tiene algún valor…no toleré requisa alguna y pongo el dr. Alés por testigo». Afirmaba esto último seguramente porque gente próxima a su entorno familiar fue brutalmente asesinada en Paracuellos por ser católica, simple y llanamente.
Una premiada carrera
Fue fundador y presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna, y las Sociedades de Cardiología y de Alergia. Presidente de la Sociedad Internacional de Medicina Interna, recibió un las distinciones de miembro de honor de la American Heart Association, de la American Academy of Allergy y de la American College of Allergy. Fue distinguido con la Gran Cruz de Alfonso el Sabio, de la Orden Civil de Sanidad, Medalla de Oro del Trabajo, doctor honoris causa por la Universidad de Lima y Oporto. En 1960 recibió el Premio March, cuyo importe donó a su Instituto. Fue presidente de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra. En 1932 fue elegido académico de número en la Real Academia Nacional de Medicina, pero no ingresó hasta el año 1956.
Un caso más de sorprendente coincidencia de la fe y la razón, de la ciencia y la religión en una personalidad de un relieve enorme …¡Y que siga habiendo católicos que dudan de que esto es posible!
BIBLIOGRAFIA
Jiménez Casado, M. (1993). Dr. Jiménez Díaz. Vida y obra. La persecución de un sueño. Ed. Fundación Conchita Rábago de Jiménez Díaz. Madrid. 621 pp.
CONTRA FACTUM NON VALET ARGUMENTUM