Cristobal Acosta

Este médico, que fuera en lo científico además naturalista y botánico, concilió toda su vida a la perfección ciencia-fe en la Iglesia Católica, hasta que se hizo eremita

Cristobal Acosta

Alfonso V. Carrascosa

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«Príncipe sois nacido para servicio de Dios y amparo de la Cristiandad» dejó escrito en una de sus obras nuestro personaje de hoy. Y para hacerme eco del famoso refrán «La excepción confirma la regla», indicar que en su biografía, de la que tomo lo esencial del personaje, el autor no ha eludido hablar de la faceta católica del mismo, como suele ser habitual en ciertos discursos historiográficos, más que nada incompletos.

Se cree que Cristóbal Acosta nació en Ceuta o Tánger en el s. XVI, y que falleció en Tharsis (Huelva) en torno a 1594.

En 1550, Acosta estuvo como soldado en la India, donde participó en acciones bélicas y conoció al gran naturalista portugués García de Orta. Formado en artes y medicina en una universidad de lengua castellana —probablemente Salamanca—, en abril de 1568, Acosta volvió a la India, en una expedición que llegó a Goa. Allí se quedó y trabajó como médico en el Hospital Real de Cochin, donde organizó un jardín botánico, e realizó viajes diversos en los que hizo muchas herborizaciones en la costa Malabar y en otros lugares de la India, es decir hizo herbarios de plantas, conociendo además la cultura china .

Luego volvió a Portugal, y recopiló buena parte de sus estudios como naturalista y poco después el Ayuntamiento de la ciudad de Burgos lo contrató como médico-cirujano, donde además de alcanzar gran prestigio profesional imprimió su más importante obra científica, el Tratado de las drogas (1578), en el que muestra todos sus conocimientos sobre la flora de las Indias orientales. Dedicó su libro a la ciudad de Burgos en señal de agradecimiento.

Con el tiempo asumió la función de asistencia sanitaria y atención a los pobres de Burgos, dejando de ejercer como médico-cirujano tras el fallecimiento de su esposa y entonces se retiró a un eremitorio que él denominaba de “La Peña de Tharsis”. Sus convicciones católicas profundísimas fueron recogidas por él mismo en su obra Tratado de la Religión y lo religioso (1592) donde da a conocer, además de las peculiaridades espirituales de su vida de eremita, que también allí realizó tanto funciones asistenciales como médico, como estudios sobre plantas medicinales. Allí probablemente terminaría sus días, se cree que en torno a 1592-94.

Innovadora obra botánica

Su obra botánica es enmarcable en la corriente renacentista que impulsó sobremanera la descripción de especies y a las herborizaciones de carácter local y regional. Él dedicó más tiempo a las aplicaciones de las plantas que a su taxonomía. Su libro incluye un total de sesenta y nueve especies botánicas de uso medicinal, ofreciendo además una amplia aportación léxica de su denominación en las lenguas peninsulares, tanto en castellano, como en portugués, vasco o catalán, y en otras lenguas europeas y orientales. Fueron las primeras noticias en Europa sobre plantas medicinales de India.

Sería en la última etapa de su vida, cuando Cristóbal de Acosta publicó su obra moral Tratado en contra y pro de la vida solitaria, Tratados de la Religión y Religioso, Tratado contra los hombres que mal viven y Tratado en loor de las mugeres, y de la castidad, honestidad, constancia, silencio y justicia: con otras muchas particularidades, y varias historias. Dirigido a la serenísima señora Infanta Doña Catalina de Austria .

Con personajes como Andrés Acosta no se termina de entender cómo puede haber gente que siga repitiendo ad nauseam, como un mantra, que la religión católica es enemiga de la ciencia.

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