Elisa Soriano Fischer
Otra pionera de la España contemporánea, de catolicidad conocida, útil para desmontar el tópico de que fe católica y ciencia no se han dado juntas en mujeres españolas
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Elisa Soriano Fischer (1891-1964), hija de un ginecólogo famoso, estudió magisterio y después medicina. Fue la primera mujer que alcanzó la categoría de médico de hospital, dedicándose a la oftalmología, o especialidad que se interesa por las enfermedades de los ojos. Sacó por oposición una plaza para ingresar en el Instituto Oftálmico, y fue nombrada médico oculista de la Cruz Roja. Ejerció también como profesora de Fisiología e Higiene en la Escuela Normal de Maestras, y fue miembro numerario de la Asociación de Escritores y Artistas, de la Sociedad Española de Higiene y de la Sociedad Española de Oftalmología. Su aprendizaje así como el inicio de su carrera profesional se llevó a cabo durante la Edad de Plata.
Isabel Delgado Echeverría, María José Barral Morán y Carmen Magallón Portolés, autoras de ‘Tras las huellas de científicas españolas del siglo XX’ recogen en el capítulo dedicado a Elisa unas declaraciones suyas en las que dijo «Yo me eduqué desde los cuatro años en un colegio de monjas francesas…», es decir, recibió religión en la escuela, lo cual no parece que fuera impedimento ni en su desarrollo intelectual ni profesional, como tampoco parece que resultara obstáculo para su actividad feminista y sufragista.
Concretamente estudió hasta los trece años en el colegio San Luis de los Franceses de Madrid. En 1911 obtuvo el título de bachillerato en el Instituto General y Técnico de Guadalajara, y estudió magisterio en la Escuela Normal Provincial de esta ciudad, por complacer a su padre, pidiéndole que le dejara estudiar Medicina, algo que ella misma confesó querer ser desde pequeñita ya que, tras quedarse huérfana de madre, acompañaba continuamente a su padre a ejercer su profesión.
Se matriculó en plana Edad de Plata en Medicina, en 1912, siendo la única mujer: en 1910 se había permitido por ley el acceso de la mujer a la universidad española. Acabó dedicándose a la oftalmología por consejo del entonces decano de la facultad, el Dr. Recasens. Terminó los estudios en 1918, doctorándose con sobresaliente al año siguiente, a los 28 años de edad, con el estudio ‘Contribución al estudio de los tumores malignos de la órbita’. En 1921 obtuvo el cargo de profesora oficial en el Hospital Clínico de la Facultad de Medicina, siendo la primera española que lo consiguió, aunque dimitiría meses después. En 1927 sería la primera española en obtener una plaza en el cuerpo médico de la Marina Civil, trabajando un año entero como médico de dos líneas de pasajeros a América. En 1927 fue nombrada médico director del Balneario de Fuente Caliente de Ciudad Real. Desarrolló una ingente tarea divulgativa sobre higienismo.
Trabajó con Clara Campoamor en la Unión Republicana Femenina. También en la Sociedad Española de Abolicionismo de la Prostitución. Formó parte de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, fundó la Juventud Universitaria Femenina y asistió como delegada al Congreso de la Alianza Internacional por el Sufragio de la Mujer en 1920, y a otros muchos de diversa índole sobre las mismas actividades que se irían celebrando con posterioridad. Fundó también la Asociación de Médicas Españolas. Cultivaba sus ideas feministas en asociaciones de carácter cristiano, promocionando a la mujer hacia los estudios universitarios, hacia su independencia económica, y señalando que esto no debía verse como una amenaza si no como una fuente de paz y complementariedad entre sexos. En 1931 fundó y dirigió la Residencia Internacional de señoritas, en la calle Mayor 71 de Madrid, con un estilo similar al de la Residencia de Señoritas dirigida por María de Maeztu, también católica devota. Perteneció al Lyceum Club.
Fue una sufragista femenina militante y convencida, sin menoscabo de su fe y desde posicionamiento de derechas, a las que decía pertenecer. Interesante afirmación ésta, ya que se nos pretende hacer creer que sólo desde posiciones políticas ateas y de izquierdas fue que avanzó el feminismo, algo que Elisa y tantas otras ayudan a desmentir. En el libro mencionado con anterioridad, del cual he tomado parte de los datos hasta aquí presentados, se menciona con rotundidad que Elisa tenía unas profundas y arraigadas convicciones católicas, ciertamente en contraste con un probablemente comprensible para la época anticlericalismo moderado.
Estallada la Guerra civil ofreció todos los locales de su Residencia Internacional para dispensario médico que llegó a tener más de veinte camas de hospitalización. No obstante el Ejército del Frente Popular la apresó…¡por asistir al entierro de Calvo Sotelo! Cuenta que se libró de las sacas asesinas porque comenzó a trabajar en la enfermería de la conocida como cárcel del Conde Toreno. Finalmente huyó de Madrid en cuanto salió de la cárcel…¡habiendo sido del Consejo Nacional de Sanidad y Asistencia Pública del Gobierno de la II República! Cuando Clara Campoamor venía a España se hospedaba clandestinamente en casa de Elisa. Una vez más, una mujer católica que sirvió para dar continuidad a los avances desarrollados en la Edad de Plata por ella misma, dejándose así meridianamente claro que en las mejoras también participaron los católicos practicantes. Tras la Guerra Civil continuó su trabajo como profesora de magisterio y oftalmóloga infantil, y fue activa promotora de veladas culturales y literarias. En 1962 el Ayuntamiento de Madrid le concedió la medalla de la ciudad.
CONTRA FACTUM NON VALET ARGUMENTUM