Fernando García de Cortázar, SJ

Científico jesuita, especializado en historia contemporánea tuvo que soportar la persecución terrorista de ETA

Fernando García de Cortázar, SJ

Alfonso V. Carrascosa

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Sobre el jesuita científico Fernando García de Cortázar y Ruiz de Aguirre (1942-2022) recientemente fallecido, han escrito de forma breve y magistral tanto el historiador José Luis Orella —a quien García de Cortázar contestaba «¡Y qué esperabas de un jesuita y de Bilbao!» cuando le calificaba de brillante— como el periodista Pablo Ginés . De ambos tomo algunos datos de este artículo.

El hecho de que muchos jesuitas han sido o son importantes científicos supongo que a estas alturas no es novedad. En la Compañía de Jesús se han complementado ciencia y fe como probablemente en ninguna otra realidad eclesial católica

Fernando García de Cortázar y Ruiz de Aguirre fue uno de los últimos investigadores de la historia total. Nació en Bilbao el 4 de septiembre de 1942, en el seno de una familia numerosa de once hermanos, hijos de un indiano chileno y una bilbaína. Ingresó en la Compañía de Jesús el 26 de agosto de 1959, realizó el noviciado en Orduña entre 1959 y 1961 y el juniorado en Villagarcía de Campos de 1961 1962. Más adelante, estudió Filosofía y Letras en Salamanca (1962-63) y en Loyola (1963-1966). La llamada etapa de magisterio —en la que los jesuitas dedican dos años a la pastoral, generalmente en colegios, en mitad de su formación— la realizó en Pamplona entre 1966 y 1967.

Una vida dedicada al ámbito académico

Se ordenó sacerdote en Loyola el 10 de julio de 1971 e hizo los últimos votos también en Loyola el 2 de febrero de 1978. Estudió Teología en Madrid (1968-1972) y al finalizar comenzó a preparar su Doctorado en Historia de 1972 a 1973 y en Teología entre 1973 y 1975. De 1975 a 1976 estuvo destinado en Bilbao como director del Colegio Mayor Deusto y Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Deusto, cargos que ejercería en varias etapas de su vida.

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto y profesor emérito en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas desde 2007 hasta este año 2022. También fue director de la Fundación Vocento, fue Galardonado con el Premio Nacional de Historia 2008, y el pasado 19 de mayo de 2021 recogía el Premio Bravo 2020, que concede la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales (CECS). También recibió otras importantes condecoraciones de nuestro país y de Francia.

Autor de más de setenta libros sobre historia del País Vasco, la Historia de España y la Historia de la Iglesia, y también enciclopedias como la monumental obra La Historia en su Lugar, de diez volúmenes, se le considera continuador de la línea trazada por el académico Miguel Artola. Fue un hombre ligado a la defensa de la libertad y la dignidad humana.

Denuncia del terrorismo

Fue de los primeros profesores, junto a otros como el padre Beristaín también SJ, que denunció las injusticias y el trato discriminatorio que ya entonces pesaba sobre las víctimas y los amenazados por ETA; Por ejemplo, acudía a vigilar exámenes de víctimas amenazadas en hoteles, porque no podían hacer los exámenes en las aulas, algo que promovió reclamando que las víctimas tenían su derecho a examinarse si los etarras podían examinarse en las cárceles. Denunció el mundo que encubría el terrorismo, todo lo cual le llevó a tener que vivir doce años con escolta, a los que encomendaba en su misa diaria. Una vida de exilio fuera de su querida Bilbao, de la que estuvo alejado por las amenazas de muerte.

Su labor como intelectual comprometido le llevó a colaborar y fundar diversos foros de resistencia, como Ermua o El Salvador, que en estos días cobran notoria actualidad en torno a la conmemoración del asesinato de Miguel Angel Blanco . Es decir, científicos con fe católica involucrados en la defensa de las víctimas y amenazados de ETA. Conviene no olvidar el trato que infligió ETA al mundo científico, poniendo cuatro potentes bombas en la Universidad de Navarra o asesinando directamente a catedráticos o profesores como Ernest Lluch, Francisco Tomás y Valiente, José María Lidón o Manuel Broseta…en perfecta sintonía con sus parientes ideológicos del Frente Popular, de cuyos actos vengo hablando en mis últimos artículos en el mismo sentido.

Con una enorme obra historiográfica a sus espaldas, dedicó los últimos años a denunciar esperpentos históricos que nacieron por doquier de la mano de los más rancios nacionalismos esparcidos por España, defendiendo que la historia y sus programas debían ser competencia estatal. También hizo un magistral esfuerzo en la divulgación de la historia de España, palabra que introdujo en los títulos de sus últimas obras y conferencias, palabra que los nacionalismos ni mencionan.

Defensor a ultranza de la dignidad humana

Fue auspiciador de las Aulas de cultura vinculadas al Grupo Vocento y colaborador de multitud de fundaciones y asociaciones que desde la sociedad civil defendían la idea unitaria de España. Su discurso valiente frente a los nacionalismos catalán, vasco o gallego eran de la misma intensidad que los que en su día pronunciara nuestro primer Premio Nobel en Medicina el navarro Santiago Ramón y Cajal, dicho sea de paso en este 2022 proclamado Año de Cajal por Navarra y España. Con igual fuerza se venía empleando por la defensa de la dignidad humana frente a la cultura utilitarista de la vida, que venía por una cultura de la muerte.

Descanse en paz el científico católico Fernando García de Cortázar SJ, ejemplo además de activo militante en contra de diversos tipos de barbarie aun a riesgo de su propia vida.

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