Mercedes Gaibrois y Riaño
Colombiana de origen y sin título universitario fue la primera mujer en ocupar un sillón de académico en la Real de Historia por méritos científicos
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Mercedes Gaibrois y Riaño nació en París un 13 de septiembre de 1891, hija única de José Trinidad Gaibrois, encargado de Negocios de Colombia en París y en Madrid y fundador de la revista ‘Colombia Ilustrada’. No alcanzó titulación universitaria alguna, siendo totalmente autodidacta. Se casó con el catedrático de la Universidad de Sevilla Antonio Ballesteros Beretta, con quien alcanzó una fructífera colaboración profesional, especialmente en el estudio de la Historia española de los siglos XIII y XIV. De origen colombiano, estaban en Sevilla por unos asuntos de herencia tras fallecer su padre. Desarrolló una importante actividad científica, por la que fue académica correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, de la Sociedad de Americanistas de París y Vicepresidenta de la Asociación Española de Ciencias Históricas. En 1933 recibió la de la Orden de Bogotá, valiosa condecoración colombiana obtenida por primera vez por una mujer. Para dársela hubo que cambiar los estatutos y un adoptar acuerdo especial del Parlamento de aquel país, como cuentan Carmen Morales y Benedicta Rivero.
Huyó de ser considerada feminista, aunque la historiografía la sitúe en feminismo intelectual y católico. Fue una importante investigadora medievalista que ganó en 1919 el premio “Duque de Alba” de la Real Academia de Historia con su obra ‘Historia del reinado de Sancho IV de Castilla’. El 12 de diciembre de 1932, D. Ramón Menéndez y Pidal, D. Elías Tormo y D. Rafael Altamira presentan su candidatura para ser elegida académica de número y el 23 de ese mismo mes, es elegida por unanimidad. Fue la primera mujer que ingresaba en una Real Academia en España (con la medalla novena) haciendo su discurso de presentación el 24 de febrero de 1935 sobre uno de sus personajes mas estudiados ‘ Mª de Molina’. Esta científica católica fue primer miembro femenino de la Real Academia de la Historia, desde el 24 de febrero de 1935, y bibliotecaria perpetua de esta institución ,desde la muerte de su marido en 1949 hasta la suya en 1960. En 1940 fundará en sus estancias la tertulia y luego revista ‘El Correo Erudito’.
Sus estudios fueron estudios sobre el mundo de la mujer que ahora se llaman estúpidamente estudios de género, fomentando la confusión lingüística de interés para la agenda 2030 y la ideología homónima. Estudió desde Isabel la Católica a Leonor de Trastámara, para mujeres inteligentes y cultas, con un sentido del deber superior a cualquier reconocimiento de poder o social, profundamente cristianas y ante todo madres, que finalmente acababan a la sombra de sus hijos o maridos, todo lo cual la ha hecho invisible para las que se autodenominan y autoconsideran historiadoras de género.
Al igual que Maria Goyri, científica católica española como a las anteriores a la que profundamente admiró: la católica Goyri había conseguido ser la primera mujer española universitaria “superando prejuicios y escollos de rutina, sin convertir tampoco un acto que estimaba, y era, normal, en un fácil banderín de combate”. Esas serán las mujeres a las que estudiará, mujeres que representen por una parte los valores ejemplares de la mujer católica y por otra, en plena concordancia con dichos valores, la reivindicación cultural e intelectual de la mujer en la Historia de España y América: Maria de Molina (1936), Isabel y Fernando (1941), Doña Mencia (1930), Leonor de Trastámara reina de Navarra (1944), María de Hungría (1926), así como la presencia de la mujer en la Conquista de América (1940), Doña Maria Goyri de Menéndez Pidal (1956).
Su discurso de entrada en la Academia de Historia fue “Un episodio de la vida de Maria de Molina” (1935). Además de lo anterior escribió muchos artículos en la revista Voluntad (1919-1920), Raza Española (1919-1927), Boletín de la Real Academia de la Historia (1919-1955) y el Correo Erudito (1940-1949) y (1958-1960), también sobre mujeres como Sor Maria de Agreda, Anacoana, (reina de Haití), Doña Constanza, Doña Sancha, Ana de Austria…
De Sor María de Ágreda llegaría a decir que fue «el único Hombre de Estado de su tiempo». De Isabel de Castilla dijo «que pensó como hombre y sintió como mujer…fue el temple ideal, la norma admirable donde debemos fijar nuestra inteligencia y nuestro corazón». En la revista Voluntad que ella fundara dijo que abogaba por «construir un eje de acción y pensamiento católicos para encauzar esos ímpetus, para ilustrar y dirigir esas modernas ambiciones…».
Carmen Morales y Benedicta Rivero dirían que «ella por el contrario caracterizará a las mujeres que investiga con una serie de valores morales, modelos para fomentar un feminismo de convicciones católicas a la par que propugna, en plena concordancia con dichos valores, la reivindicación cultural e intelectual de la mujer dentro de la Historia»
¡CONTRA FACTUM NON VALET ARGUMENTUM!