Nicandro Ares Vázquez

Otro cura gallego cuyas investigaciones científicas todavía hoy se pueden disfrutar en Lugo

Nicasio Ares Vázquez

Alfonso V. Carrascosa

Publicado el - Actualizado

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Nicandro Ares Vázquez nació en la localidad lucense de Santa Eulalia de Bóveda, el 7 de junio de 1926 y murió en Lugo el 22 de julio de 2017. Se licenció en filosofía y teología, fue ordenado sacerdote en 1951 —siendo José María Penado su padrino de altar en el primera misa— y fue profesor del Seminario Diocesano de Lugo desde 1955 hasta 1997, año de su jubilación.

Experto en lenguas clásicas, dedicó su labor científica al ámbito gallego, generalmente en los campos de la etimología histórica, toponimia y epigrafía. Formó parte de la Real Academia Gallega. Precisamente nació a unos quinientos metros de Santa Eulalia de Bóveda, en Cabanas, a pocos días de la visita de López-Martí, primero de sus excavadores y católico practicante ferviente, además de director fundador del hoy Museo Provincial de Lugo.

El padre Nicandro desarrolló investigación científica en arqueología sobre Santa Eulalia de Bóveda a petición de su párroco, Jose María Penado, dedicándose al estudio de los bajorrelieves del pórtico. Este encargo, cuyas conclusiones se tiene todavía hoy por válidas, al menos en parte, fue el punto de inicio, el germen de la destacada trayectoria científica y divulgativa de Nicandro Ares, buena parte de cuyos estudios fueron publicados en la revista Lucensia, dedicados tanto a la arqueología como sobre todo a la etimología histórica, toponimia y epigrafía gallegas.

Una vida dedicada al estudio y la investigación

En su artículo Nicandro Ares Vázquez y la arqueología lucense. Dos pasiones: la epigrafía y Santa Eulalia de Bóveda, Felipe Arias Vilas y Enrique Jorge Montenegro Rúa nos dicen que Nicandro Ares se licenció en Filosofía y en Teología en la Universidad Pontificia Comillas, dedicándose profesionalmente en el Seminario Diocesano de Lugo a impartir clases de filosofía, lenguas clásicas, historia, y religión desde 1955 hasta su jubilación en 1997. Además, fue también profesor en varios centros de enseñanza de Lugo (antiguo ‘Masculino’ hoy ‘Lucus Augusti’, Colegio de los Maristas clases de griego, entre otras materias humanísticas, etc.).

En el ámbito de la toponimia gallega y, en consecuencia, la onomástica a ella asociada, analizó y estudió más de 5.000 topónimos, especialmente de la provincia y de la diócesis lucense, con referencias etimológicas, filológicas e históricas de una enorme clarividencia y rigurosidad.

Esta inmensa labor fue parcialmente recogida en la publicación de dos voluminosos tomos sobre Toponimia que le dedicó la Real Academia Galega (RAG). En cuanto a sus estudios sobre epigrafía galaico-romana, esto es, el estudio de las inscripciones, mayormente latinas y romanas pero también, aunque menos, las de cronología medieval, se dedicó a ello desde los años 60 del s. XX (en particular desde 1963 a 1976 en el BCPML), y se publicaron hasta prácticamente su fallecimiento sobre todo en Lucensia, revista de cuyo Consejo de Redacción formó parte, convirtiéndose así en una referencia verdaderamente insustituible en estos temas.

En cuanto a arqueología e historia, dedicó su atención al tema de la red viaria romana, muy especialmente a la Vía XIX en su tramo de Lucus Augusti (Lugo) a Iria Flavia (Padrón), en buena medida por ser el antecedente directo del Camino Primitivo a Santiago.

Científico, cura católico…en 2009 se le hizo un homenaje como uno de los benefactores del Museo Provincial de Lugo, albergado en un antiguo convento de franciscanos: al final todo quedó en casa.

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