Quintín Aldea Vaquero

Sacerdote jesuita, historiador y académico, catedrático de universidad e impulsor de relaciones científicas internacionales, ejemplo de la compatibilidad ciencia-fe en la Iglesia

Quintín Aldea Vaquero jesuita historiador

Alfonso V. Carrascosa

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Dice Vicente Palacio Atard de Quintín Aldea Vaquero que nació en Gema (Zamora), en 1920 y falleció en Salamanca en 2012. Su condición de Jesuita (SI) no le impidió desarrollar una importante actividad científica y docente como historiador, académico y profesor de universidad: lo que son las cosas en comparación con los discursos ideológicos laicistas que no paran de soltarnos. Era doctor en Historia Eclesiástica por la Universidad Gregoriana de Roma. Doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense y en Filosofía por la Universidad de Salamanca. Ingresó en la Real Academia de la Historia en 1996, ocupando el sillón de Francisco Tomás y Valiente, asesinado por ETA.

La Compañía de Jesús fue disuelta en enero de 1932 por el Gobierno republicano, ¿por católica? ¿por científica? No sabemos. Por ello Quintín se incorporó al noviciado el 7 de enero de 1937, en Marquain (Bélgica). En 1938 inició en España cuatro años de estudios de Letras y Humanidades en Carrión de los Condes (Palencia) y Salamanca, más tres años de Filosofía en Oña (Burgos), obteniendo el grado de licenciado en Filosofía. Fue docente en el Colegio de Carrión de los Condes Obtenido entre 1945 y 1948, período en el que comenzó su actividad científica descubriendo y exhumando los sepulcros románicos de los famosos condes de Carrión. Desde1948 estudió teología en la Universidad Pontificia Comillas (Cantabria); y en Dublín en la Facultad jesuítica de Milltown Park. Allí fue ordenado sacerdote en 1951 y obtuvo la licenciatura en Teología en 1952, volviendo a la ciudad del Tormes para culminar su formación religiosa en el curso 1952-1953. A partir de aquí se dedicó a la Historia de la Iglesia, recibiendo primero formación académica en la Sorbona de París y, sobre todo, en la Universidad Gregoriana de Roma, donde hizo el doctorado. Siguió después su formación académica en Múnich, con Franz Schnabel y Romano Guardini; y en Bruselas, bajo la dirección de los prestigiosos bolandistas. Acabó hablando francés, inglés, italiano y alemán, latín y griego.

Volvió definitivamente a España en 1958 y obtuvo el doctorado en Geografía e Historia en la Complutense de Madrid, siendo después catedrático de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad Pontificia Comillas durante ocho años, impartiendo al tiempo docencia en la Gregoriana de Roma. En 1965 se incorporó al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde por su trabajo científico de calidad alcanzó la máxima categoría: la de Profesor de Investigación. También impartió simultáneamente docencia en la Complutense. En el CSIC formó parte de la Comisión Científica, fue vocal de su Junta de Gobierno, representándolo en el Comité Conjunto Hispano-Norteamericano para la Cooperación Cultural y Educativa; y dirigió el Instituto Enrique Flórez de Historia de la Iglesia, ya desaparecido por la tácita y subliminal persecución religiosa en el ámbito de la cultura perpetrada durante la Transición por los herederos ideológicos del Frente Popular. Quintín fue además redactor jefe de la revista Hispania Sacra -decana en España de la historia de la Iglesia y todavía editándose- hasta que se jubiló en 1986. Promovió decididamente la cooperación científica entre España y Alemania, llegando a ser junto con Hans Juretschke director del Instituto Germano-Español de Investigación de la Sociedad Görres en Madrid. También y en el mismo sentido colaboró con el profesor Odilo Engels, de la Universidad de Colonia, en la dirección y promoción de la monumental obra Series Episcoporum Ecclesiae Catholicae Occidentalis. Como fruto de su rigurosa labor historiográfica resultó elegido académico de número de la Real Academia de la Historia el 21 de junio de 1996 (posesión el 16 de febrero de 1997) y, posteriormente, designado bibliotecario perpetuo de la misma.

En el CSIC se dedicó sobre todo a la investigación científica de la historia eclesiástica hispana y las relaciones internacionales de España, escribiendo el ya clásico Diccionario de historia eclesiástica de España, o el voluminoso manual La Iglesia del siglo XX en España, Portugal y América Latina. También fue autor del tratado en tres volúmenes España y Europa en el siglo XVII: correspondencia de Saavedra Fajardo. El libro ‘El indio peruano y la defensa de sus derechos’ versó sobre la obra evangelizadora de España en América y la actividad del jesuita zamorano Diego Torres, fundador de las Reducciones del Paraguay. En relación a la cuestión social colaboró en la obra ‘Iglesia y sociedad en la España del siglo XX’. Fue también académico coordinador del Diccionario Biográfico Español.

Fue también Consejero de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), socio de honor del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo y director de la XV cátedra Luis García de Valdeavellano de Historia, creada por la Fundación Duques de Soria, fue distinguido con la Encomienda de la Orden de Mérito de la República de Italia (1987) y el Anillo de Honor de la Sociedad Görres (1994). Ciencia y fe católica de la mano en otro cura jesuita más.

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