Para la eucaristía, el pan ha de ser pan de trigo y el vino fruto de la vid ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Para la eucaristía, el pan ha de ser pan de trigo y el vino fruto de la vid ? editorial Ecclesia
El sábado 8 de julio, la Santa Sede hizo pública una carta circular abierta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, dirigida a los obispos de toda la Iglesia (página 40). El texto versa sobre el pan y el vino válidos para la celebración de la eucaristía y su correspondiente consagración en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. La precipitación, la ignorancia y la misma animadversión provocaron que no pocos medios de comunicación se rasgaran las vestiduras y ofrecieran, en consecuencia, una información sesgada y, en definitiva, falaz.
Para entender este documento vaticano, la primera consideración que es preciso tener en cuenta es que no estamos, no nos hallamos, ante nada nuevo, ante ningún cambio en la doctrina ni en la disciplina de la Iglesia católica acerca de las materias válidas para la eucaristía. En segundo lugar, es necesario recordar que la carta circular, ya en su primera línea, señala claramente que es el mismo Papa Francisco ?como no podía ser de otro modo- quien encarga al citado dicasterio su publicación.
Aclarados estos dos extremos esenciales, bueno será también subrayar que lo que la carta pretende es garantizar al máximo las debidas cautelas de toda la Iglesia para que las materias sacramentales eucarísticas se ajusten a las mismas que empleó Jesucristo en la Última Cena, en la institución del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, que fueron pan de trigo y vino fruto de la vid. Y es que el tema es de tal magnitud que sin ambas materias no es válida la eucaristía, no se produce la consagración, que, como profesa la fe de la Iglesia católica, hace que el pan y el vino, sin dejar de ser pan y vino, se conviertan real, verdadera, inefable y admirablemente en el Cuerpo y en la Sangre del Señor. La eucaristía no simboliza, ni significa ni remite o evoca únicamente a Jesucristo. La eucaristía es el mismo Jesucristo, en su Cuerpo y en su Sangre.
¿Cuáles son, entonces, los objetivos de la carta circular? Recordar la verdad y la hermosura de la fe de la Iglesia al respecto y llamar a la vigilancia acerca de "la calidad del pan y del vino destinados a la eucaristía y, por tanto, a aquellos que los preparan". El documento no coarta la comunión de las personas celiacas, sino que establece, recordando el cuerpo doctrinal ya existente, cómo ha de realizarse esta para que realmente sea la comunión sacramental.
La conveniencia y hasta necesidad de recordar y actualizar todo esto es debido al hecho de que "mientras que hasta ahora, algunas comunidades religiosas se ocupaban de preparar el pan y el vino para la celebración de la eucaristía, hoy se venden también en los supermercados, en otros negocios y a través de Internet". Y ello reclama a obispos y a párrocos y rectores de iglesias abiertas al culto a que extremen "su responsabilidad para comprobar quién es la persona encargada de proveer el pan y el vino para la celebración" y "la idoneidad de la materia". Asimismo, "productores del vino y del pan para la eucaristía" han de ser honestos y garantizar "el respeto absoluto de las normas", de cuyo cumplimiento depende no solo la licitud, sino también la validez de la comunión sacramental.
¿Cuál debe ser el pan para la eucaristía? Pan ázimo, de solo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. No es materia eucarística válida el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, y es "un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel".
¿Y qué pasa con las hostias sin nada de gluten? Que son materia inválida para la eucaristía, mientras que sí "son materia válida las hostias con la mínima cantidad de gluten necesaria para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas ni recurrir a procedimientos que desnaturalicen el pan".
¿Y el vino? Vino natural, fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas y no avinagrado. También "es materia válida para la eucaristía el mosto, esto es, el zumo de uva fresco o conservado, cuya fermentación haya sido suspendida por medio de procedimientos que no alteren su naturaleza (por ejemplo el congelamiento)".