El Dios de la vida
El Evangelio de hoy nos recuerda que Dios es la vida del hombre, es la alegría, es el amor. Es un Dios cercano, es un Dios de vivos
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Hoy, Jesús, me haces considerar un Evangelio un poco difícil cuando estos saduceos te preguntan a ti sobre la situación de uno que se muere, deja a su mujer, se casa, deja descendencia, no se deja... Pero Jesús —¡qué grande eres!—aprovechas esta pregunta capciosa de los saduceos para decirnos que Tú eres el Dios de la Vida, que Tú no eres un Dios de muertos, sino de vivos, porque “para Él todos están vivos”. A la hora de hacer el encuentro contigo yo me preguntaba sobre esta expresión tuya: “Tú no eres un Dios de muertos, sino de vivos”. Y esta pregunta malintencionada de los saduceos me da pie para considerar lo grande que eres. Eres la vida del hombre, eres la alegría, eres el amor. Eres el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob. Tú estás presente en la historia de cada uno, de cada pueblo. Eres un Dios cercano, eres un Dios de la Vida.