Jesús, el fuego purificador
El Evangelio de esta semana nos invita a purificar nuestra vida: quemar y eliminar todo lo que no está bien en ella
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Jesús, hoy quiero acoger tu gran deseo. Hoy me dices: “He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo. Tengo ansias de pasar por un bautismo ¡y qué angustia hasta que se cumpla!”. ¡Qué expresiones tan fuertes, Jesús! Tienes el deseo de prender, de dar calor, de dar fuego, de dar fuerza al mundo, de darle el sentido que realmente requiere. Tienes ese deseo, Jesús, y dices: “¡Ojalá estuviera ya ardiendo!”. Pero antes dices: “Tengo que pasar por un bautismo. Tengo que pasar por la cruz, por el sufrimiento, por la muerte”. Éste es el deseo de hoy, ésa es la buena noticia que me dices en este encuentro.
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