Mirando a las heridas
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Esta semana celebrábamos la memoria de Santa Isabel de Hungría. Murillo pintó, para la iglesia de la Santa Caridad de Sevilla, a la santa remangada lavando tiñosos, es decir, tocando la realidad sin miedo a ser afectada por ella. A veces, al mirar a un santo, podemos quedarnos en lo anecdótico de su iconografía, de los pasajes curiosos de sus vidas o de las tradiciones que se han construido en torno a su figura. Sin embargo, obviamos lo que te interpelante tienen para nosotros. Precisamente lo que muchos siguen haciendo hoy, dejar que el amor de Dios configure sus vidas.
La situación actual nos grita de muchas maneras, la necesidad empieza a ser el pan cotidiano de muchos: hambre, desempleo, falta de ingresos, desigualdad formativa, soledad, enfermedad. ¿Dónde estamos y dónde queremos estar? Insisto en que ya hay muchos que han configurado su vivida con este darse tan propio del cristianismo. Sin embargo, la pregunta es personal ¿Dónde estoy yo? ¿Qué heridas he curado? ¿Qué dolor he calmado?
Desde hace un tiempo, creo que el icono del Buen Samaritano resulta hoy un modelo de configuración fundamental:
Esta llamada es urgente para todos, seamos para este mundo que sufre la imagen y las manos del Buen Samaritano, que tantas veces se ha arremangado para lavarnos a nosotros de todas nuestras caídas.
Javier Prieto
Seminarista de la Diócesis de Zamora