¿Nombres o números?
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El comienzo del curso es tiempo de noticias sobre incorporaciones, propuestas, novedades en muchos campos, también en el de los seminarios y la pastoral vocacional. Basta con abrir estos días los medios de comunicación sociales de nuestras diócesis para ver en muchas de ellas la gratísima noticia de la entrada de nuevos seminaristas (para otro post podemos hablar de la necesidad de insistir también en otros testimonios vocacionales, como un matrimonio discernido)
Estas noticias nos permiten vislumbrar una tendencia que nos sigue costando superar, la prevalencia de lo cuantitativo sobre lo cualitativo. No se trata de una opinión sobre el tratamiento informativo, ni siquiera es una reflexión que afecte primeramente a los periodistas eclesiales. El objetivo de estas líneas es poner el foco en un hábito en el que seguimos cayendo: poner antes los números que los nombres. Lo hacemos todos. Seminaristas y obispos, periodistas y parroquianos, todos caemos en el error de preguntar primero ¿cuántos entran este año al seminario? En vez del necesario ¿quién entra este año en el seminario? En Ese matiz se juegan muchas cosas.
Es posible que tengamos tan integrada la mentalidad utilitaria que ni siquiera seamos conscientes de la minusvaloración que supone para los vocacionados ser valorados al peso. Como si el valor de su sí no dependiese de su entrega a Cristo, sino del número de problemas pastorales a los que su vocación pueda poner solución.
No insistiremos nunca lo suficiente en la necesidad de pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo. Y al hablar de lo cualitativo no se trata de una élite de seminaristas, de pensar en si podemos compensar la falta de cantidad por vía de calidad. Ni mucho menos. Hablar de lo cualitativo es mirar a los ojos, poner rostros. Es pensar que una vocación vale en sí misma, ahí está su valor cualitativo.
Por eso debemos ir pasando poco a poco de una comprensión de la Iglesia de números a una Iglesia de nombres. Es hora de abandonar la tentación de comparar números de sacramentos, entradas al seminario o asistentes a determinado evento. Busquemos cómo llegar a las personas mirando con sinceridad a la realidad. Una realidad en la que ya no existen grandes números, sino personas a las que en demasiadas ocasiones trasmitimos la sensación de que son insuficientes para lograr nuestra atención.
Si renovamos nuestra mirada pastoral volviendo los ojos al Pastor, descubriremos que Jesús no busca masas que llenen los sermones o el cenáculo, sino que va llamando por su nombre a los suyos. En nuestras manos está escoger entre cantidad o cualidad, entre números o nombres, entre gente o personas.
Javier Prieto
Seminarista de la Diócesis de Zamora