Lo viral, las formas y el mensaje
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Esta semana ha vuelto a hacerse viral un vídeo "católico". Se trata de una "enaltecida" invitación a la contribución en el sostenimiento de las obras parroquiales por parte del párroco de Valdepeñas. Sin duda, el fondo del discurso es una idea muy necesaria: la parroquia es de todos y todos debemos contribuir a su sustento. A partir de ahí podemos preguntarnos si podemos decir lo mismo de las formas y la viralización del vídeo.
No es la intención de este post entrar a enjuiciar el vídeo, pero sí me ha llevado a pensar algunas cosas sobre la relación entre la Iglesia y las Redes Sociales. Quizás la idea de evangelizar en las redes merece algo más de franqueza y profundidad si queremos que realmente sea verdad.
El tiempo de confinamiento, que desgraciadamente quiere volver a ser presente, nos puso delante toda una parrilla "litúrgico-pastoral" online. Lo virtual nos ofrece recursos y oportunidades que no podemos desaprovechar, pero no podemos ser ingenuos al usarlos. Estar en las redes, compartir directos, retrasmitir en Youtube, nos pone en un balcón público que puede que no sepamos manejar. La oferta eclesial online no puede ser un espectáculo o entretenimiento (para otra ocasión podemos hablar de la necesidad de ocio/cultura desde cosmovisiones cristianas). ¿Nos planteamos antes de ponernos en redes si lo que decimos puede dar lugar a un meme, un gif o una nota de audio viralizada? Todo esto también son las redes y no podemos ser ingenuos.
Otro riesgo de lo virtual es la eterna novedad, eso sí bastante menos profunda que la del Evangelio. Parece existir una carrera por estar en la cresta de la ola. Cada poco tiempo una red desbanca a otra, cuando manejábamos Instagram apareció Snapchat, pero hoy nadie usa Snapchat y es Tik Tok el centro de atención. ¿Debemos estar en todo? Y más importante ¿sabemos estar en todo? Nos suena muy bien en el ámbito eclesial, la "monja tiktoker", el "cura youtuber", pero ¿discernimos si es nuestro lugar? Hay gente que sabe hacer buen uso de estas herramientas, pero también hay demasiado afán de protagonismo, búsqueda de la fama, lo viral, el foco personal y porque no decirlo algunos ejemplos que causan hilaridad e incluso cierto bochorno.
Uno de los peligros de las RRSS es el efecto salón de espejos, una hermosa sala con espejos que nos devuelve nuestra propia imagen desde cada rincón. Abrimos nuestros TL y encontramos "me gustas", halagos, retuits, "x" miles de impresiones? Y, sin embargo, sabemos que si rascamos tras la pared no hay muros sólidos sino pladur. Grupos estufa en los que un acuerdo implícito o explicito hace que se compartan y ensalcen los contenidos de los miembros del grupo. Mensajes que no logran salir del círculo de "los míos". Referencias que no logran voz social. En buena medida esto es parte de las redes sociales, la cuestión es si lo reconocemos o preferimos vivir en ello. Demasiadas veces seguimos el juego de los espejos que nos devuelven una imagen irreal de nosotros mismos, y también de nuestro mensaje.
Alguno pensará que estas líneas son un alegato antiRRSS, nada más lejos de la realidad. Es precisamente ante aquello que se aprecia ante lo que hay que tener una lectura más crítica. Solo revisando nuestro uso de las RRSS podremos intentar que sea verdad eso de evangelizar en redes. Por eso volviendo al ejemplo que abría el post, puede que nos ayude recordar este orden:
Mientras intentamos ser consecuentes con estas palabras, nos leemos en Twitter.
Javier Prieto
Seminarista de la Diócesis de Zamora