Cardenales, palios, encuentros?: Francisco no da puntadas sin hilo ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cardenales, palios, encuentros?: Francisco no da puntadas sin hilo ? editorial Ecclesia
En los últimos días de enero, se han conocido dos recientes decisiones del Papa Francisco, cuyo significado se inserta, una vez más, en las claves que viene imprimiendo a su ministerio apostólico desde la elección. No se trata de dos asuntos de relevancia extraordinaria, ni de dos acontecimientos en sí mismos, sino de dos nuevos gestos que ahondan en la concepción y vivencia de la Iglesia como servicio y como comunión, y todo ello desde la humildad como bandera y evitando, asimismo, actitudes mundanas de vanidad, boato o magnificencia innecesarias, a la par, que lejanas al espíritu y a la letra del Evangelio.
Así, y como ya hiciera el año pasado con ocasión del anuncio de creación de sus primeros diecinueve cardenales (ecclesia, números 3.710 y 3.711), también ahora Francisco ha escrito una nueva carta a los veinte cardenales electos, que el 14 de febrero recibirán la púrpura. En esta carta, hecha pública el pasado 24 de enero, el Santo Padre les recuerda que el cardenalato es una llamada del Señor "a servir todavía aún más" y a hacerlo con la convicción evangélica de ser "inútiles siervos". Ser cardenal -abunda Francisco- "no es un premio, ni el culmen de una carrera, ni una dignidad de poder o de distinción superior". "Ser cardenal ?prosigue- significa incardinarse en la diócesis de Roma para dar testimonio de la resurrección del Señor y darlo totalmente, hasta la sangre, si fuese necesario".
Por ello, Francisco pide a sus nuevos cardenales que lo festejen, sí, pero sin mundanidad ?"que, en estos festejos, no se insinúe el espíritu de mundanidad que aturde más que la "grappa" (un tipo de licor), desorienta y separa de la Cruz de Cristo"- y que lo vivan, cada día, cada momento, con humildad y con renovado espíritu de servicio a la Iglesia y a los demás. Por último, Francisco concluye su carta exhortando a los cardenales electos a que se preparen "con la oración y un poco de penitencia" y tengan "mucha paz y alegría".
Más claro, pues, agua. Y más claro, no solo para los cardenales o para los obispos, sino también el resto de los miembros de la Iglesia. El camino del Evangelio es el camino del servicio y de la humildad, es el camino de la disponibilidad y de la entrega, y nada más opuesto a él que la vanagloria, la alternaría, la soberbia, el creernos superiores o mejores que los demás. Nada más opuesto a él ?al Evangelio- que, como Francisco alertó en la homilía de su misa matutina en Santa Marta del jueves 29 de enero, que el generar "élites eclesiales" que desprecian a los sencillos y al pueblo y les miran por encima del hombro. Y todos, todos, empezando por los que más han recibido de Dios y de la Iglesia, nos hemos de enterar de ello y ponerlo en práctica.
Por otro lado, el 29 de enero, el maestro de Ceremonias del Papa comunicó el cambio en la modalidad de la entrega del palio a los arzobispos metropolitanos. Estos, a partir del próximo 29 de junio, lo recibirán privadamente de manos del Sucesor de Pedro, y su imposición será en la sede metropolitana, a través de los respectivos nuncios apostólicos, y con la participación de los obispos sufragáneos, del presbiterio y del pueblo santo de Dios.
¿Qué se pretende con ello, cuál es la razón del cambio? No es cambiar por cambiar, no es "dar" la nota? Es mucho más sencillo y, sobre todo, mucho más simbólico y hermoso. Es potenciar y acercar la comunión, es ahondar en los orígenes históricos de la misma estructura jerárquica de la Iglesia, es poner mayor énfasis en la relación de los arzobispos metropolitanos con su Iglesia local y con la correspondiente provincia eclesiástica.
Finalmente, queremos asimismo mencionar otro hecho reciente -del sábado 24 de enero- y que ha dado la vuelta al mundo. Nos referimos al encuentro del Papa Francisco, en el Vaticano, con una persona transexual de nacionalidad española. Al respecto, no han faltado ni quienes se han rasgado las vestiduras, ni quienes han querido sacar más conclusiones de la cuenta. Y es que más allá de una decisión que compete a la soberana libertad y voluntad del Papa, este encuentro rezuma tanto Evangelio y evoca tantas escenas y gestos del Señor, que no solo merece todo el respeto, sino que también ha de interpelarnos.