Carta de las monjas cisterciense de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal a los Amigos del Monasterio, 2 octubre 2012
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta tarde queremos compartir con todos vosotros nuestro agradecimiento al Señor: "Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho, alzaré la copa de la salvación" (sal. 115 ). Que esta sea nuestra vida, nuestra misión en este tiempo de tribulación, cantar con el pueblo de Israel: "¡Cuántos bienes nos ha dado el Señor!"
Esta es nuestra aclamación tras el intenso verano, intenso en todos los sentidos: la acogida de huéspedes, la enfermedad que nos visita, los cambios en nuestra comunidad, la inminente marcha de las hnas. de la Caridad de Santa Ana, la partida de los ancianos? Ciertamente "Los caminos del Señor son más altos que los nuestros, sus planes que nuestros planes" (cf. Is 55,9). Esta garantía nos invita a bendecir al Señor en todo tiempo, también durante el atardecer y la noche.
Tal vez, este tiempo de precariedad sea una gracia del Señor para acercarnos a Él, para recolocarnos, para que aceptemos nuestro lugar de hijos de Dios, criaturas que dependen de su Creador, y para que le dejemos organizar y guiar nuestra vida. Que todo nuestro día sea Eucaristía, o lo que es lo mismo, "Glorificad a Dios con vuestra vida" que antes se decía siempre para finalizar la Eucaristía.
Pensando en la nueva situación de nuestro pueblo, en el gran regalo que nos ha hecho el Señor con la presencia de las hermanas de Santa Ana, en la Madre Rafols, en Juan Bonal, que en 1825 recorría nuestra comarca mendigando para que pudiera comer y subsistir el hospital de Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza?, como Jesús, de pueblo en pueblo, sin tener dónde reclinar la cabeza, pobre; pensando en todo ello, ¿es posible que nos dé miedo sentirnos desvalidos? Decía Juan XXIII: "A Cristo se le puede encontrar en muchos sitios, pero donde seguro que le vemos es en los pobres." Muchas de las situaciones que vivimos pueden ser una llamada del Señor a poner en Él nuestra seguridad, a no tener miedo a reconocer lo que somos: pobres de solemnidad. Aprovechemos la invitación de la Iglesia y del Santo Padre, que, atento a las necesidades de los cristianos, inaugurará el próximo día 11 el año de la fe, una ayuda para reavivar en nosotros la confianza y esperanza en el Señor.
En nuestra despedida queremos agradeceros a todos la celebración del día de la Amistad, vuestra participación y ofrenda, el homenaje a "las Anas" y la celebración del 105 aniversario de Madre Teresita. Permitidnos un agradecimiento particular a todos los integrantes de la escolanía Ciudad de Cuenca por deleitarnos con sus voces y por ser expresión de la belleza de Dios. A todos gracias por vuestra amistad y por hacernos partícipes de los bienes que os da el Señor.
Un fraternal abrazo y nuestra oración