Católicas y científicas: Gabriela Morreale, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC, miembro de la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC

Católicas y científicas: Gabriela Morreale, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC, miembro de la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC

Alfonso V. Carrascosa

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Católicas y científicas: Gabriela Morreale, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC, miembro de la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC

Además de Mujer Ilustre en la página web del CSIC, es considerada referencia ineludible al hablar de las pioneras en bioquímica y biología molecular en España. Hoy, primera vez que se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, providencialmente coincidente con la Virgen de Lourdes, la semblanza de Gabriela Morreale, una incansable trabajadora de la ciencia, la Dra. Gabriella Morreale, de reconocido prestigio nacional e internacional, Cruz de Honor de la Sanidad Madrileña en la categoría de Oro y muchísimos premios más.

Hace unos añitos tuve el inmenso honor de compartir con ella Homenaje 2009-2010 a los científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) premiados, que el propio CSIC organiza cada curso. El CSIC, fundado por los católicos José Ibáñez-Martín ?de la Asociación Católica de Propagandistas- y el Prof. Dr. Jose Mª Albareda ?sacerdote del Opus Dei- es la mayor y más longeva institución científica de la historia española, y la mayor fundada en el mundo por la Iglesia Católica ?en dos de sus miembros- en todo el siglo XX.

En dicho homenaje, por vez primera y al parecer única, se nos brindó a los científicos la posibilidad de definir la ciencia. Ciencia es? y debíamos añadir cada uno lo que quisiera. Gabriella fue bastante contundente y esclarecedora ?después de Dios y la familia, el motor de mi vida. Para escribir su biografía en el Diccionario Biográfico de real Academia de Historia de España, le pedí un Curriculum vitae, que me envió titulándolo "Camino de Rosas", y que desde luego algún día publicaré si no lo hace antes ella.

En él desgranaba a un nivel de sinceridad elevadísimo su actividad profesional, mezclada con su vida y sus creencias. A sus entonces casi 300 artículos científicos en revistas especializadas le seguían palabras elogiosas hacia Jose María Albareda – a quien ella y Severo Ochoa consideran crucial para el desarrollo de la ciencia española, digan lo que digan algunos- y situaba el origen de sus vocación científica en sus padres y abuelos. Decía: "Tanto mi abuelo como mi bisabuelo maternos (italianos) fueron profesores universitarios. Mi madre, Emilia De Castro, fue la responsable de la clasificación y conservación de serpientes boa, tal y como se puede comprobar aun en Milán, salvadas de los bombardeos de la segunda guerra mundial. Mi padre también se inició como investigador hasta que se metió en política". Trabajó con otro científico católico, Alberto Sols.

Su infancia la vivió en Viena y Baltimore (EEUU, Maryland), donde su padre fue destinado como cónsul italiano. Allí acudió al colegio de monjas Nôtre Dame. O sea, recibió religión en la escuela. Ella y su esposo, Francisco Escobar, otro científico católico, iniciaron su formación junto al también científico católico Ortiz de Landázuri en la época granadina, y con motivo de su fallecimiento escribieron una larga carta a su viuda. Gabriela decía: "Doña Laura, desde lejos siempre la admiré como la dulzura y la fuerza en la que se apoyó don Eduardo. A él lo he admirado muy de veras, por su entusiasmo, su integridad, su profunda bondad. Cuánto nos ayudó de forma directa, y con su continuo ejemplo. A Dios pido muy de veras que pueda yo parecerme, aunque mínimamente, a usted por su bondad y dulzura y a don Eduardo por su perseverancia".

Es bueno que las mujeres y las niñas sepan que religión e Iglesia Católica y ciencia son compatibles, y que para ser científica no hace falta ser atea.

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