Católicos y científicos: Martín de la Cruz

Católicos y científicos: Martín de la Cruz

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Martín de la Cruz ( 1510 ? 1555)

https://www.biodiversidad.gob.mx/biodiversidad/curiosos/sXVI/MartinCruz.php nació en el barrio de Zacapan, hoy Santa María Nativitas de Zacapan, en Xochimilco, entonces Nueva España, hoy Méjico, siendo gobernador el gran tlatoani mexica Moctezuma Xocoyotzi (1466-1520), poco antes de la caída de Tenochtitlán. Al ser bautizado recibió el nombre de Martín de la Cruz. Conoció en su ambiente la medicina tradicional, las propiedades de las plantas curativas.

Una vez llegados los frailes franciscanos a Tenochtitlán en 1524, congeniaron de maravilla con la población indígena, entre otras cosas por su humildad, su andar descalzos, su sayal, su vivir como los pobres, en casas pobres, durmiendo en un petate y comiendo tortillas de maíz con chile como los indígenas. En el afán evangelizador de los misioneros franciscanos estaba integrado aquello que se venía practicando en España: la expansión de la educación y la enseñanza universal. Con el apoyo del Virrey de Mendoza ?caballero cristiano que estableció en Méjico la primera imprenta de América, e imprimiendo como primer libro americano ?Breve y compendiosa Doctrina Christiana? en lengua mexicana y castellana- y del obispo de México Fray Juan de Zumárraga O.F.M. ?fundador de la Real y Pontificia Universidad de Méjico- en 1536 los franciscanos fundaron el Real Colegio de Santa Cruz en Santiago Tlatelolco, cuyo cometido fundamental era la enseñanza a muchachos indígenas. Se cumplía así una vez más que a través de las misiones se desarrollaba la ciencia del lugar.

Una vez inaugurado el Real Colegio de Santa Cruz en Santiago Tlatelolco se comenzó a impartir a unos 100 niños clases de gramática, retórica, lógica, aritmética, geometría, astronomía y música. También se agregaron teología, religión, medicina y pintura. Un destacado profesor llegado de España e importante puntal en el Real Colegio de la Santa Cruz ?Colegio de Tlatelolco como les gusta a los laicistas referirse a él para evitar así señalar su relación directa con la Iglesia Católica- fue Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), fraile franciscano considerado el primer antropólogo de América https://www.revistaecclesia.com/catolicos-y-cientificos-fray-bernardino-de-sahagun-por-alfonso-v-carrascosa-cientifico-del-csic/ , fue uno de los maestros del Colegio.

Martín de la Cruz trabajó como médico (ticitl) de los niños indios del Colegio, junto con otro médico indígena, Antón Hernández, ejerciendo a la vez como examinador de otros indígenas practicantes del oficio. Azotaban la zona desde 1520 las epidemias virales de viruela y sarampión importadas del viejo continente, y se sufrió la devastadora epidemia de peste (cocoliztli) de 1545 que acabó con la mayoría de los estudiantes del Colegio. Martín de la Cruz recibió concesiones del Virrey Mendoza por sus conocimientos y habilidades, y trabajó mucho en los siguientes años ya que el cocoliztli sería responsable por la pérdida del 90% de la población indígena en México. También obtuvo licencia del segundo virrey de México, Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón (1511-1564) para continuar ejerciendo la medicina indígena, para montar a caballo y para llevar una ballesta en las salidas al campo.

A los pocos años de la muerte de Hernán Cortés (1485-1547), Francisco de Mendoza y Vargas (1523-1563), hijo del exVirrey Antonio de Mendoza, le encomendó la recopilación de las plantas medicinales de Nueva España para ser regalada al rey Carlos I de España (1500-1558), con el objeto de proponer la exportación de medicamentos e incrementar la actividad del Colegio de Santa Cruz. El manuscrito titulado en náhuatl "Amate-Cehuatl-Xihuitl-Pitli" se terminó el 22 de julio de 1552 para que lo pudiera llevar el virrey a España entre agosto y septiembre de ese mismo año.

El documento constó de 63 hojas, divididas en trece capítulos, en las que además de los remedios, se incluyeron 184 ilustraciones a color de diferentes plantas. El conjunto constituyó un herbario nedicinal con remedios a partir de plantas, animales y minerales. Las hermosas ilustraciones a color fueron hechas por un grupo de tlacuilos (escribas) indígenas que representaron con precisión las plantas que incluí: sus raíces, flores, hojas e incluso el tipo de suelo en el que crecían. Así se formaban científicos lugareños en las misiones, y las misiones contribuían al desarrollo científico de su país de destino. Las plantas fueron nombradas de acuerdo al sistema nativo de clasificación. Finalmente el libro fue encuadernado en terciopelo rojo con filos en oro y entregado en 1553 al príncipe Felipe, en ausencia de su padre Carlos I. En España el libro acabó en la Biblioteca Laurentina del Real Monasterio de El Escorial. En el siglo XVII apareció en la biblioteca del farmacéutico de Felipe IV, Diego de Cortavila y Sanabria (1597-1657), quien seguramente lo tomó prestado sin registrarse. De ahí pasó a las manos del Cardenal Francesco Barberini (1597-1679), amigo del famoso astrónomo Galileo Galilei (1564-1642). La biblioteca del Cardenal pasó a formar parte de la Biblioteca Vaticana de Roma en 1902. Finalmente, en 1992, el Papa Juan Pablo II (1920-2005), en un acto sin precedentes, lo devolvió a México. Actualmente se encuentra custodiada en la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México.

Martín de la Cruz forma parte del elenco de científicos que contribuyeron con su erudición al desarrollo de lo que para Fernando de Castro Soubriet constituye una de las más importantes aportaciones de la ciencia española al acervo universal: dar a conocer al mundo la geografía, la antropología y la historia natural de América. La posterior creación de Archivo de Indias, primer archivo a nivel mundial que serviría de modelo para tantos que se harían después, es todavía hoy de utilidad para el estudio de una de las páginas más memorables de la historia de la ciencia Española, que además hace de América el continente al que todavía hoy muchos se refieren como ?La bien documentada?, gracias a que ninguna zona de la Tierra posee una cantidad de información similar sobre su historia a la que se guarda en el Archivo de Indias.