Ciencia y fe: Antonie Van Leewenhoek, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Ciencia y fe: Antonie Van Leewenhoek, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Alfonso V. Carrascosa

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Ciencia y fe: Antonie Van Leewenhoek por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Antoni van Leeuwenhoek (Delft, 1632-1723) es considerado el primer microbiólogo. Es al menos el primero que se sepa en observar microbios y dibujarlos. Los llamó animálculos. De familia de comerciantes de telas se especializó en fabricar lupas cuentahílos y a usarlas para curiosear. Hoy le dedica Google el doodle, sumándose así a la conmemoración de su nacimiento, un 24 de octubre.

En el libro "Cazadores de microbios" de Paul de Kruif (2005, Ed. Nueva Fénix) este gran biógrafo de científicos dejó escrito:

"Los hombres cultos de la época conocían el el latín, pero Leeuwenhoek no lo conocía lo suficiente como para leerlo, y su único libro era la Biblia en holandés".

A lo que añadió:

"Ahora bien: ¿de dónde provenían aquellos extraños y diminutos habitantes del

agua de lluvia? ¿Habían caído del cielo o habían trepado por las paredes del cacharro

desde el suelo? ¿Habrían sido creados de la nada, a su antojo, por un dios caprichoso?

Leeuwenhoek creía en Dios con la misma piedad que cualquier holandés del siglo XVII,

y siempre se refería a Él como el Hacedor de cuanto existe. Es más: no sólo creía en Él,

sino que lo admiraba intensamente, pues ¿no era, acaso, un Ser capaz de construir

maravillosamente las alas de las abejas? Pero Leeuwenhoek era también un materialista,

y su sentido común le decía que la vida debe proceder de la vida. Su sencilla fe le decía

que Dios creó todos los seres vivientes en seis días y que, una vez puesta en marcha la

maquinaria, se dedicó a esperar para recompensar a los observadores honrados y

castigar a los adivinos y camelistas. Pronto cesó de especular acerca del hecho

improbable de que existieran lindas lluvias de animalitos procedentes del cielo. Con

toda seguridad, Dios no hacía que aquellos bichejos del agua de lluvia contenida en el

tarro surgiesen de la nada".

Parece que en este personaje la ciencia y la fé se dieron cita, al igual que en el también microbiólogo Louis Pasteur, y en otros que adivinaron la presencia de microbios tales comoel jesuita Athanasius Kirchner o el cura Lazzaro Spalanzzani.